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ARTE

Ars Electronica celebra sus 25 años

El célebre festival austriaco llega a su cuarto de siglo con un denso programa de exposiciones y conferencias, entre retrospectivas, análisis del presente y apuestas sobre el futuro

Timeshift. The World in 25 Years (Salto en el tiempo. El mundo en 25 años), es el acertado título que Ars Electronica ha elegido para su 25ª edición, que se inicia hoy.

El pionero festival de arte y tecnología que se inauguró en la ciudad austriaca de Linz en 1979, celebra su clarividencia y perseverancia, así como la de los artistas, científicos y técnicos que han aunado esfuerzos, trabajando en el delicado punto de intersección entre arte, ciencia, sociedad y nuevas tecnologías.

Más allá de la satisfacción por el desarrollo que este ámbito de investigación y creación ha experimentado, el festival se articula en tres ejes: la memoria del pasado, el análisis del presente y las previsiones para el futuro. Por ello en los debates de Language of Networks, el simposio que glosará la situación, por cada cuatro expertos con una trayectoria acreditada habrá un joven artista o investigador emergente. "El objetivo es utilizar la rica historia de Ars Electronica para estimular un diálogo sobre el futuro", afirma Gerfried Stocker, desde 1996 director del festival y también del Ars Electronica Center (AEC) que se inauguró aquel mismo año.

El proyecto Timeline +/- 25 se encargará de desarrollar el tema de la presente edición en dos partes: T-25, un resumen de la historia del festival a través de sus producciones más significativas y T+25, una web donde el público está invitado a publicar sus predicciones para los próximos 25 años (con la única condición a que se refieran a un año concreto), y también votar las previsiones de los demás.

T-25 incluye obras de pioneros como Nam June Paik, John Cage y Joe Paradiso (con un enorme sintetizador que construyó entre 1974 y 1988) y piezas de última generación como Moving Thoughts, una interfaz que utiliza las ondas cerebrales para controlar las funciones de un ordenador.

La mirada retrospectiva incluye la muestra Digital Avant-Garde, donde se podrán experimentar algunas de las mejores obras ganadoras de los Prix, que se instituyeron en 1987, ocho años después del festival, y desde entonces son los más prestigiosos del sector.

Muchas de estas piezas, que actualmente pertenecen al ZKM de Karlsrhue en Alemania, resultan asombrosamente vigentes. El el caso de America's Finest (1989-93) de Lynn Hershmann, basado en un dispositivo de tiro al blanco: cuando el visitante sujeta el rifle, apunta a unos de los inermes civiles que merodean por los campos de batallas y dispara, su imagen es captada por una cámara que la convierte en el blanco de la bala.

Las obras contemporáneas ocupan varias sedes. Destaca la exposición del AEC con coches de carrera cuya velocidad es generada por la simulación del ruido del motor por parte de los participantes (Commotion); pinceles dotados de cámaras que graban el entorno y, al ser utilizados, lo añaden a la pintura (I/O Brush); un irónico software capaz de animar los desnudos masculinos, que permite realizar sus propias postales porno (Nudemessenger) e instalaciones con nuevas interfaces interactivas que reaccionan de forma inmediata y cada vez más variada a la actividad del público (Time's Up).

El programa se completa con un denso calendario de eventos escénicos, que incluyen el estreno de Apparition, una nueva producción del bailarín y coreógrafo Klaus Obermaier que integra inéditas tecnologías de rastreo para permitir al artista crear un entorno interactivo con la danza.

Concierto español en la clausura

En la gran celebración del arte electrónico y digital, España estará representada por José Iges y Concha Jerez, dos de los artistas más reconocidos en el campo de la creación inter-media, del radio arte y de las tecnologías aplicadas a la música en vivo. Son autores, junto a Pedro López, de Vox Vocis 1.0, uno de los eventos centrales de la noche de clausura del festival. Los tres artistas, acompañados por la soprano Rosario Cruz, ofrecerán un concierto de cámara dedicado a la memoria de las víctimas del 11-M. La obra se basa en la voz en vivo, grabada y modificada, que los cuatro intérpretes emplean de diversos modos. "Junto a las voces se generan intervenciones musicales con un instrumento inventado de láminas metálicas y diversos sensores. También se emplean imágenes en movimiento que provienen de una cámara digital, así como de diversos vídeos grabados en los lugares de los atentados", explica Iges. La obra tendrá un preestreno en Viena en la Long Radio Night de Kunstradio, que se transmitirá por Internet.

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