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¡Albricias!

El mes de agosto es, informativamente hablando, el mes cuentagotas. Los partidos políticos participan de esta costumbre dejando caer sus perlas, una a una, con cuidado, para que no se creen polémicas estériles. Así han actuado también este agosto. Sin embargo la gran polémica, que ya dura más de un año, es ese plan Ibarretxe que los nacionalistas han esgrimido como una espada hiriente en lugar de usarlo como un bálsamo cicatrizador.

De este modo, ha llegado a los medios de comunicación que un ex nacionalista está redactando la reforma estatutaria que los socialistas vascos vamos a oponer al quimérico plan Ibarretxe con el título de Más Estatuto. Los socialistas, según las informaciones, propondremos que seamos los vascos quienes gestionemos la Seguridad Social, que el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco sea la última instancia judicial en Euskadi, que se cedan los aeropuertos, que se revisen las leyes orgánicas que han podido invadir competencias de nuestro autogobierno, además de exigir el desarrollo completo del Estatuto. Muy bien. Es decir, seguir apostando por el acuerdo y el pacto entre el Estado y la Autonomía, frente a la ruptura del actual marco para construir otro, que es lo que propone el nacionalismo mediante ese plan Ibarretxe que, además de rupturista es provisional y desestabilizador. Y añado un dato más que ya forma parte de mis convicciones: si se celebrara la consulta popular sería drásticamente rechazado por una franja muy importante de los votantes nacionalistas, además de por todos los constitucionalistas.

El actual marco, que ha sido gestionado siempre por el nacionalismo, permite políticas mucho más progresistas

Para que toda esta transformación estratégica en el socialismo vasco haya tenido lugar ha sido necesaria la intervención de un michelin del nacionalismo vasco, Guevara, que fue alabado por las plumas más reaccionarias, al mando de la estrategia del PP, cuando abandonó el PNV para, entre otras cosas, acudir a las manifestaciones en defensa de las tesis constitucionalistas. Por decir cosas parecidas a las que ahora propone Guevara, a algunos otros se nos llamó filonacionalistas. ¿De qué va a ser tildado ahora Guevara? Dirán algunos que eran otros tiempos y que eran otras las estrategias. E incluso, que era muy otra la dirección de los socialistas vascos, pero me permito recordar que, si aquel cambio de dirección fue posible, lo fue por el impulso de muchos de los que fuimos tildados de filonacionalistas, mientras algunos de los que forman la actual dirección esperaban en las últimas filas, aunque atentos para no perder su puesto en la nueva dirección, porque si de algún epíteto peyorativo huían era de filonacionalistas. Lo cierto es que si las tesis carcas del último redondismo fueron derrotadas, fue porque algunos revolvimos aquel caldo que olía a caspa y naftalina. Ni que decir tiene que todo fue posible porque además Patxi López fue capaz de gestionar con mesura un tiempo difícil. Por eso, nada más lógico que responder con un "¡albricias!" a las propuestas del texto que está elaborando Guevara y que, no me caben dudas, podríamos haber redactado también, y tan bien, otros socialistas.

El importante plus que lleva implícito el proyecto de reforma estatutaria de los socialistas vascos frente al plan nacionalista está en los protagonistas de los documentos y, sobre todo, en quienes están llamados a administrar cada uno de ellos. El excesivo recelo con el que los nacionalistas miran la Constitución y el Estatuto les convierte en ineficaces e infieles para administrar cuanto de ellos derive. Los socialistas tenemos muy claro que nuestro marco es la Constitución y el Estatuto y, por eso, los cuidamos con mimo, arreglamos sus deterioros e incluso, si es necesario, añadimos detalles, limpiamos, pintamos y engalanamos aquello en cuyo centro vamos a desarrollar la convivencia.

Más Estatuto va a ser un documento bello que contrarresta la absurda estrategia nacionalista que sólo obedece a la obsesión por romper el marco que fue aprobado en Madrid en plena transición democrática. Los nacionalistas no quieren admitir, -como ya dijo Anasagasti- que Euskadi sea como Murcia, es decir, que ambas quepan en el mismo marco político, aunque cada cual conserve sus características, pero los socialistas, si queremos seguir siéndolo, tenemos que velar por que los murcianos y los vascos tengamos las mismas posibilidades de desarrollo y acceso al bienestar. Es en este sentido en el que también tiene que actuar el documento socialista. El actual marco estatutario, que ha sido gestionado siempre por el nacionalismo, permite políticas mucho más progresistas que las desarrolladas. El Concierto Económico permite ajustes fiscales que redistribuyan la riqueza mucho más valientes y justos que los que el nacionalismo ha puesto en marcha.

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Los vascos tienen que valorar también ese aspecto. Para que se decidan a hacerlo el socialismo vasco debe ofrecer alternativas. Y Patxi López, como candidato a lehendakari, debe ser su portavoz. El socialismo vasco cuenta con un bagaje que para sí quisieran el resto de partidos vascos. Cuando el PSOE se implantó en Euskadi lo hizo para combatir y cambiar una sociedad basada en castas y clases sociales, es decir, con el objetivo de cambiar una sociedad injusta y desigual. El nacionalismo, muy posterior a él, surgió desde una concepción etnicista de aquella sociedad y se implantó, entre otras cosas, porque aprovechó la vertiente religiosa (cristiana) del ideario de su fundador para arrastrar a sus votantes y a sus adeptos. Los tiempos han cambiado, ya todos compartimos que la mejor sociedad debe ser laica. En el laicismo, socialismo y nacionalismo vascos combaten en base a parámetros más comprensibles y universales.

Ahora, sólo queda que este giro del socialismo vasco sea administrado por los socialistas apropiados. Lo mejor para lograr el éxito en política es encontrar los mimbres adecuados e idóneos al diseño del mejor cesto, porque los mimbres que han formado parte de un determinado cesto no suelen servir después para confeccionar otro cesto de diferente diseño. A buen seguro que Patxi López, el artífice y director del "taller" socialista, sabrá hacerlo eficazmente. Es por esto que los avances informativos me han provocado un "albricias" salido de lo más profundo de mi pensamiento socialista.

Josu Montalbán es secretario de Relaciones Políticas de la Ejecutiva del PSE de Vizcaya

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