David DeMaría busca sus raíces flamencas en 'Barcos de papel'
"Contra el pirateo, mejores discos". Ésa parece la receta del cantautor jerezano David DeMaría para acabar con esa lacra que tan de cabeza trae a la industria discográfica. DeMaría asegura haber escrito para su quinto disco, Barcos de papel (Warner), que se publica hoy, "las canciones más bonitas que tenía en mi mano". "Por fin soy yo mismo, han tenido que pasar cuatro discos antes para que yo me sintiera plenamente contento con todo el resultado final", añade.
David DeMaría considera Barcos de papel casi como su segundo disco, pues es la primera vez que publica dos seguidos (el anterior, Sin miedo a perder, consiguió en 2003 ser disco de Platino) bajo una misma marca. "Antes no sentía que respetaran lo que yo hacía. Me intentaban mediatizar, imponer repertorio y estilo"
El título del disco nuevo es una metáfora de toda esa experiencia: "Somos frágiles como un barco de papel, pero podemos sobrepasar cualquier tempestad. Yo he estado a punto de hundirme, pero ahora estoy navegando en un mar en calma". En Barcos de papel, David DeMaría es autor, por primera vez, de todo el repertorio. "Quería que se me reconociera ya como compositor e intérprete, algo que ni yo mismo tuve muy claro hasta mi anterior disco".
Respetado como autor de baladas de contenido romántico, muchas de ellas escritas para artistas como Malú o Los Caños o colocadas por su editorial para los de la órbita de Operación Triunfo y reconocido por fin como cantante que transmite emoción a través de una voz dulce y pasional, DeMaría se ha atrevido a abordar en su nuevo trabajo asuntos como la inmigración en pateras —El estrecho se hizo eterno— o la piratería —Sin trampa ni cartón. "Los dos los vivo de cerca; voy a las playas de Cádiz y sufro el pirateo". No por ello quiere ir de cantante reivindicativo, ni renuncia a su fama de cantante romántico: "Estoy madurando, ahora puedo entrar en otras materias que antes no me atrevía. Pero soy un cantante del amor, porque el amor es el lenguaje común, y amor hay que poner en todo lo que se hace en la vida".
"Quiero que el público me reconozca como de una generación joven, pero con suficiente experiencia para aportar cosas nuevas", afirma. Y esas cosas son ciertos acercamientos al flamenco, en detrimento del pop superproducido de obras anteriores. "Tengo mis raíces en Jerez, nací y viví en un lugar tan flamenco como la plazuela de San Miguel, al lado de la casa de la Paquera; crecí escuchando a Camarón o al Torta, pero también a Queen, Pink Floyd o Sting, y a Triana, Javier Ruibal o El Último de la Fila. Ahora me ha salido un gazpacho de todo eso". En Barcos de papel hay guitarras, palmas y quejío.
"Es el disco que tenía pendiente. Al menos, es en el que me he desnudado del todo y el que ha salido como yo quería", concluye.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.