La natación emite de nuevo pésimas señales
Una de las peores noticias para el equipo olímpico español llegó desde la piscina del Centro Acuático. No se repitió la medalla obtenida en Sidney y, además, los resultados fueron muy pobres. Únicamente la actuación de Erika Villaécija, quinta en los 800 metros libres después de batir el récord de España en casi 2,5 segundos (8m 29,04s), fue sobresaliente.
También Nina Yivanévskaia acabó quinta en los 100 espalda y los equipos femeninos de relevos 4x200 libres y 4x100 estilos fueron finalistas. Por lo demás, el protagonismo español en la natación fue el del mero espectador, algo que ya viene siendo habitual.
Aunque las marcas conseguidas antes de los Juegos y la calidad de los rivales no auguraban precisamente primeros puestos, salvo en casos muy particulares, sí se aguardaban marcas mejores y, por extensión, mejores puestos en general.
La actuación de los nadadores españoles, entre discreta y mala, no sólo no se corrige, sino que empeora con el paso de los campeonatos, circunstancia que invita a reflexionar sobre los planes de preparación en vez de seguir pensando en las posibilidades de nadadores que van por su cuenta.
