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La guerra sucia de papá y mamá

Mario tiene 43 años. Su mujer alegó malos tratos en la demanda de separación y se refugió con su hija en un centro de acogida, donde la niña quedó alejada del padre, finalmente absuelto. "Cada vez que ella quería mantenerme alejado de mi hija, me ponía una denuncia por amenazas. Mientras llegaba el juicio, ella conseguía que me redujeran las visitas a la niña y tenía que verla ante testigos", asegura Mario. Permanece a la espera de varios juicios por lo que, asegura, son "denuncias falsas" de su mujer, de la que está en trámite de divorcio.

A finales de mayo de este año, la juez decana de Barcelona, María Sanahuja, abrió la caja de Pandora al alertar sobre un posible "abuso" de las denuncias de malos tratos en la fase de instrucción "para obtener una posición favorable en la separación". Esta opinión fue apoyada por los jueces de instrucción de Madrid. El fiscal jefe de Cataluña, José María de Mena, aseguró que esa percepción estaba bastante extendida entre jueces y fiscales. Sin embargo, la presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica del Consejo General del Poder Judicial, Montserrat Comas, salió al paso de esas afirmaciones. Esta magistrada aseguró que no existen datos ni estudios fiables que permitan conocer si se ha extendido la práctica de denunciar malos tratos como medio para ganar ventaja en la ruptura.

Por su parte, el abogado de familia Luis Zarraluqui destaca que se debe mejorar la ley para proteger a los menores. "La vivienda está muy mal regulada. Los jueces dan la casa a quien tiene la custodia de los hijos; eso da pie a que se discuta la custodia por quedarse con la vivienda".

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