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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fraga, reincidente

Manuel Fraga está a punto de dejar de nuevo en ridículo a cuantos le tomaron al pie de la letra cuando dijo que no volvería a ser candidato a la presidencia de la Xunta de Galicia. La primera vez que lo dijo fue hace unos diez años, en su segunda legislatura, y lo repitió luego tras las victorias de 1997 y 2001. En todas las ocasiones hubo la misma desescalada desde la negativa rotunda a repetir "y punto" hasta el "estoy disponible", puntos suspensivos.

El lunes, tras una entrevista con Mariano Rajoy, ambos dijeron las palabras necesarias para que todo el mundo interpretase que en las autonómicas de otoño de 2005 (si no se adelantan) el candidato volverá a ser Fraga. Como es natural, ya sabe que se le dirigirán sarcasmos por su perseverancia en el cambio de opinión; si persiste en ello es porque personalmente prefiere eso a abandonar el cargo, y porque cuenta con la coartada de que así evita pugnas sucesorias que podrían costar a su partido la mayoría que necesita.

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La edad no es un argumento absoluto, y los rivales que fueron por ese camino en las anteriores autonómicas, invocando la salud y otros detalles, se encontraron con una nueva mayoría absoluta, reforzada por el voto de despedida (y afecto) a don Manuel de muchos de sus paisanos. No es un argumento la edad porque el propio Fraga es mejor ahora que cuando tenía 40 años. El reproche no puede ser que se presente con casi 83 -dos menos de los que tenía Konrad Adenauer la última vez que fue reelegido canciller, en 1961-, sino que no haya hecho honor a su palabra. También tenía cerca de 80 años De Gaulle cuando, en 1969, dimitió, como había prometido, tras un resultado que consideró insatisfactorio en el referéndum sobre la regionalización que había convocado.

Si vuelve a ser candidato, será la quinta vez consecutiva, lo que no acaba de encajar con la pauta que aspiraba a establecer Aznar al renunciar a permanecer más de dos mandatos seguidos. De todas formas, era una pauta pensada para la hipótesis de una victoria segura de Rajoy, el sucesor designado. Tal vez la derrota haga relativizar ese criterio, lo que sería lamentable. En todo caso, no rige para el presidente fundador del Partido Popular, cuya decisión, sea la que fuere, nadie se anima a cuestionar.

Ahora, tras los resultados del 14-M, con más motivo: el PP fue de nuevo el partido más votado en Galicia, pero la distancia se redujo de los 500.000 votos en 2000 a 158.000. Y, sin posibilidad de contar con aliados, al PP sólo le vale la mayoría absoluta. Algunas encuestas dicen que únicamente la alcanzaría con Fraga de candidato. Otras encuestas no lo confirman, pero la mera hipótesis es suficiente argumento para interpretar con criterio amplio la segunda de sus razones para no continuar, tal como las expresó en mayo de 2002: "Por razones de edad, y de conveniencia del PP".

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