Víctor resuelve para el Depor

Dos fogonazos de Víctor resolvieron en siete minutos un partido que empezaba a ensombrecer el inicio de la temporada. El nuevo internacional de Luis Aragonés armó su pierna derecha y descargó dos detonaciones que ensordecieron al animoso Shelbourne. Se vio así justificada la suficiencia del Deportivo, por momentos casi aburguesada, lo que pudo condenarle a una noche infausta. Pero el vigor irlandés se convirtió en suavidad en el área, y el Depor aprovechó el indulto. Aguardó hasta la segunda mitad, se deshizo de su angustia y salvaguardó el marcador con dos espectaculares disparos de Víctor, el héroe de la noche.

Más que un equipo al uso, el Shelbourne es un suplicio para el rival. No abunda el talento en sus jugadores y la filigrana está prohibida, pero el grupo se sitúa por encima de individuales. Un papel destacado lo desempeñó Stuart Byrne, un atleta que dedicó sus minutos a estorbar a Valerón. De alguna manera, el centrocampista irlandés resumió la esencia de su equipo, que luchó cada pelota como si fuese la última del partido.

El problema se repite en el Depor cada año. Emboscado Valerón, las diagonales desaparecen, se borran los caminos del área y se plantea una crisis de identidad. El toque se le niega y la guerra le parece un recurso demasiado engorroso. Contribuyó a su desconcierto que el Shelbourne encerrara a Pandiani y cortara los flancos con dos laterales enganchados a la línea de centrales. Desapareció Víctor, presa de otro marcaje exhaustivo, y Sergio se borró del campo. Le quedaba al grupo de Irureta la tensión de Luque, que envió un córner al larguero, y algún que otro balón de deshecho que Pandiani agarró con fuerza pero sin colocación. La posesión de la pelota acabó siendo un problema.

Equipos como el Shelbourne sueñan con una oportunidad, sólo una, en la que su delantero centro vuele por el área por delante de los centrales a por una balón enviado desde la línea de fondo. La tuvo Jason Byrne, pero cabeceó sin fuerza . Su error concedió al Deportivo una segunda oportunidad tras el descanso. Se metió en el campo irlandés, que pasó de verdugo a torturado. La encerrona dio resultado: llegaron los pases del Shelbourne a ninguna parte, la sensación de inferioridad, el temor al Depor... Y Víctor hizo el resto: en siete minutos convirtió una clasificación delicada en un paseo que permite al club de Riazor disputar un año más su torneo favorito.