_
_
_
_
ZP, en primera persona
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¡Banzai, banzai!

Un gran alboroto me ha sacado de un momento de profunda reflexión que un observador despistado hubiera podido confundir con un sueñecito presidencial.

-¡Mier! -se ha oído, y después varias voces pidiendo auxilio. He acudido presto y Toño Alonso me ha hecho un sucinto relato de los hechos.

-La ministra Maleni ha tropezado con algo que sobresalía del suelo y ha caído de bruces.

-Coño, Toño, no seas tan sucinto -le he protestado-. Ponle algo de corazón. Comunícate. Saca lo que llevas dentro, que te hará un bien, hombre.

-Daños personales, escasos.

-¿Pero por qué nadie mira qué es lo que sobresale del suelo? -ha inquirido Trini, dando muestras de un sorprendente pragmatismo.

Era una piedra pulida, parecía una losa gruesa, o un... o un... ¡No! ¡No puede ser! Tras escarbar en el terreno ha aparecido una primera piedra conmemorativa de la era Cascos: "AVE Madrid- Chicago, kilómetro 0, inaugurado por don Francisco de los Alvarecesímos y Cascos". A saber cuántas primeras piedras abandonadas habría por España.

-Esta piedra -discurseé un poco- es una prueba de cómo se ejercía antes el poder, basándose en la arbitrariedad, el absurdo y el culto a la personalidad. Os ruego que nos sentemos en su derredor para meditar cómo no se deben hacer las cosas.

Así lo hicimos todos, no porque en este partido se siga ciegamente mi autoridad, sino porque se trataba de una buena iniciativa, y así, sentados alrededor del pedrusco, parecíamos los monos de Stanley Kubrick adorando al monolito.

-¿No os imagináis a Paco Cascos -se aventuró Juan Fernando a romper el silencio- como uno de esos guerrilleros japoneses que quedaron aislados tras el final de la Segunda Guerra Mundial y que cuando años después llegan a su isla unos soldados norteamericanos se lanza al ataque gritando ¡Banzai, banzai!?

-¡Todo el mundo fuera de mi piedra! ¡A ver, policía, por favor! El fotógrafo, quieto. Que no tome instantáneas hasta que yo recupere la compostura.

Al ex ministro Paco Cascos le seguían dos docenas de personas alteradas, vestidos todos de lana invernal. Di órdenes de retirada, para evitar que el séquito de Cascos nos arrollara. El ex ministro se situó junto a su primera piedra y gritó:

-¡Vamos, la foto, que no tengo todo el día!

Disparó el fotógrafo.

-Ha salido con la boca abierta, señor ministro.

-¡Pues haga otra!

Disparó de nuevo.

-Ahora ha salido con los ojos cerrados, señor ministro.

-¡Pues otra!

Un nuevo disparo.

-Ahora ha salido con el ceño fruncido.

-¡No está fruncido, es que lo tengo así, mentecato! Parece mentira que aún no lo sepa, después de tantas fotos. ¡Adiós, y sepan ustedes que no les hago detener para no perjudicar al Presidente Aznar, centrista y caballero español! Formen filaaas... ¡ar! ¡Uro-os! ¡Uro-os! ¡Uro-ooos!

Aproveché que el fotógrafo se rezagaba para preguntarle:

-¿Pero por qué nadie le dice que ya fueron las elecciones y que perdieron?

-Nos ha jodío. Por lo mismo que ustedes, porque no nos atrevemos.

-Pero por lo menos vístanse de verano.

-¿No ve que no tenemos tiempo, hombre?

-¡Fotógrafo!

-¡Señor, sí, señor!

-¡Siete días de calabozo por tratar con felipistas!

MARIO MARQUERIE

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_