Un ensayo describe la lucha de las republicanas por la igualdad
Hasta la II República, las mujeres estaban subordinadas a los hombres por imperativo legal. La Constitución republicana, que proclamaba la igualdad de todos los españoles ante la ley, les otorgó una serie de derechos que pondría fin a la obediencia forzosa. El sufragio universal, el divorcio, la despenalización del aborto o la lucha contra el analfabetismo femenino son algunos de los avances sociales de aquella época libre y fugaz. El ensayo Con voz y voto (Lumen), de Carmen Domingo (Barcelona, 1970), detalla las aportaciones de las mujeres progresistas para cimentar un estado moderno de signo igualitario.
Las memorias, los diarios y los discursos de las defensoras de la igualdad y la democracia son la fuente principal de este libro. "No encontré muchos textos escritos por partidarias de la derecha, porque sólo querían mantener los papeles tradicionales. Por el contrario, a las progresistas les interesaba explicar lo que se había logrado con la República y perpetuar su recuerdo tras la caída del régimen", afirma Domingo.
La autora subraya el escaso apoyo con el que contaron las mujeres en la batalla política para el reconocimiento de sus derechos, incomprensión que se dio incluso entre destacados líderes de los partidos de izquierda y que se acentuó en plena Guerra Civil. Cuando toda ayuda era poca en el frente, las milicianas estaban muy mal vistas por sus compañeros de armas. "Que un hombre sea de izquierdas no garantiza que entienda la igualdad. La presencia de las milicianas en las líneas de combate creó muchos conflictos. Poco a poco, el trabajo de la mujer se fue situando en la retaguardia, atendiendo a heridos y cosas así".
Terminada la guerra, se acabaron las diferencias: los franquistas aplicaron a los vencidos, ya fueran hombres o mujeres, los mismos castigos arbitrarios. "Carlota O'Neill se pasó 20 años en la cárcel simplemente por ser la mujer de un relevante militar republicano", explica la ensayista. Y añade: "Mujeres como Federica Montseny, Victoria Kent o María Teresa León trabajaron incansablemente por la formación del Frente Popular. Entendían que la unidad de la izquierda era necesaria para avanzar en beneficio de la sociedad. La derecha reaccionaria había repetido que si la coalición de izquierdas ganaba las elecciones, tomarían las armas. Al final de la guerra, la venganza no se hizo esperar".
Domingo considera que la Iglesia católica fue una de las instituciones que se opusieron más enérgicamente a reconocer la igualdad legal entre hombres y mujeres. Las intelectuales españolas partidarias de la democracia sabían que la Iglesia influía de forma decisiva en las mujeres. Por eso, su primer objetivo fue la lucha contra el analfabetismo femenino.
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