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VISTO / OÍDO
Columna
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El privilegiado

No sé por qué se destituye al director de la prisión de Alcalá por dar privilegios a Mario Conde: en realidad es un privilegiado. Fue doctor honoris causa por la Complutense, y estaban allí los Reyes de España; fue ejemplo para la juventud masculina que se vestía como él y se peinaba con su gomina; y bailaban sus sevillanas, que son tan difíciles para un hombre. No, no es cualquiera. Hizo algo mucho peor que la desaparición del dinero que custodiaba: convirtió el capitalismo neoliberal en agradable, en algo que realmente merecía la pena. Prometían entonces, los espíritus económicos, el "estado de bienestar" y la "civilización del ocio". Chicos y chicas se matriculaban en Empresariales y afines. Claro que esto pasaba cuando Conde estaba delinquiendo, y lo de ahora es cuando ya ha sido largamente condenado y encarcelado.

Una juez fue expedientada por privilegiarle; ahora tiene el favor en la cárcel. La actual juez no tiene la menor sospecha de que los privilegios concedidos hayan sido por sobornos. No, no: es porque es excepcional en la vida. Yo no deseo que haya cárceles, y mi utopía se basa en la de que nadie tuviera motivos para delinquir, ni siquiera los ricos. En todo caso, no acepto las cárceles como lugares de tortura por sí mismas, en centros de castigo y venganza, de mafias y drogas, en infierno donde los condenados se trinchan unos a otros. No se trata de destruir personas, y menos con la palabrería de la "regeneración" y la "reeducación" que se suele usar en los manuales morales antiguos y modernos. Por eso creo que el problema real que presenta este asunto de Mario Conde es el de que los otros presos no tengan el trato que tuvo él: que tengan las mismas visitas, incluso más, y más tiempo.

El trabajo os hará libres, "Arbeit macht frei", decía el letrero en el frontispicio del campo de concentración de Auschwitz: donde los mataban. Hay quien cree que la única libertad del hombre es la muerte, y Camus apuntaba que el suicidio es realmente el solo acto libertario de la persona: por esto está castigado y prohibido, y día a día truenan los clérigos, a partir del que viste las más elegantes casullas del mundo, contra la eutanasia. Pero la sociedad se ha hecho más punitiva en tiempos de Aznar: ha aumentado la población penal, el hacinamiento está más allá de lo humano, el código penal se engalana con penas más duras que hay que cumplir íntegras. A la sociedad mayoritaria le gusta eso.

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