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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Fiestas desfasadas

Acaban de finalizar las celebraciones de la fiesta de la Paloma y como vecino de esa zona, desde hace muchos años, quiero llamar la atención sobre el significado de unas fiestas de estas características en pleno corazón de Madrid. Seguramente son ya escasas, si es que hay alguna, las ciudades de nuestro país que colocan un recinto ferial completo en un casco histórico, por muy tradicionales que sean las fiestas.

Las fiestas de la Paloma tuvieron su sentido y su raigambre en el barrio antaño, cuando éstas consistían en verbenas populares, algún caballito que otro para los mas pequeños, o como mucho el tren de la bruja, que se instalaban en amplias zonas no construidas y que ahora ya no existen como tales.

Lo más típico eran las celebraciones vecinales en las puertas de las casas, con opíparas cenas, que se han convertido ahora en una espectacular instalación de todo tipo de atracciones, sobre todo las de restauración y bebidas, con la efusiva participación de todos los bares que hay en la zona, ocupando las calzadas y aceras con sus terrazas y mostradores. Nos obsequian con distintas y variadas músicas a un elevadísimo volumen que poco o nada tienen que ver con una feria de estas características.

Esto sucede en calles estrechas, muy habitadas y hasta altísimas horas de la madrugada cada noche, lo que origina una veloz estampida de los vecinos, cuando llegan estas fechas.

Éstos han cambiado, en gran parte, su participación en ellas por la playa o la visita a su pueblo de origen; cuando no es así, no hay más que leer los periódicos para ver las cartas de protesta.

Tras las fiestas quedan unas calles oliendo a orines con sus aceras manchadas de grasa por las cocinas de los bares de feria, y que, por mucho que se afanan los barrenderos, no consiguen dejar limpias. Que el centro histórico de Madrid esté impregnado en muchas de sus calles de olor a orina durante un buen número de días no me parece lo ideal para una ciudad que pretende ser moderna y un centro que dice el señor alcalde que quiere rehabilitar. ¿Cómo? ¿Con festejos así?

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Cierto es que muchos vecinos de otros barrios de Madrid vienen en estos días a esta zona, pero que al no vivir en ella poco les importan los problemas que tales fiestas originan. Pero también es bien cierto que los servicios que se le ofrecen son de dudosa garantía higiénico-sanitaria y en algunos casos hasta fraudulentos.

Me explico: esos montones de comida apilada, fuera de frigoríficos y encima de los mostradores, no parecen poder reunir unas condiciones de garantía totales. Por otra parte, los envases que se anuncian como de un litro, de limoná, cerveza, etcétera, y que se vendían en los bares de la zona, sólo contenían, lo comprobamos en varios casos, 800 centímetros cúbicos.

Creo, en fin, que son unas fiestas a estudiar seriamente y a reconducir, pero sobre todo a devolverles su tradicional origen y su lugar adecuado.

Sinceramente, creo que al señor alcalde se le olvida que ejercer como tal no es únicamente emprender grandes y faraónicas obras y proyectos; es también hacer de Madrid y de su centro, del que tanto habla, un lugar amable para quien vive en el, no una gran zona de ocio y diversión, preparada únicamente como oferta de turistas.

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