Un terrorista llamado Kennedy
El senador estadounidense sufrió en sus propias carnes los excesos de la seguridad en los aeropuertos
Cuando el jueves por la tarde Ted Kennedy se preparaba para intervenir en una sesión ordinaria del Comité de Asuntos Judiciales del Senado -dedicada a los problemas que sufren los ciudadanos de a pie cuyo nombre coincide con el de un sospechoso de actividades terroristas-, nadie imaginaba que el senador se iba a poner de ejemplo. Pero Kennedy, maestro de los escenarios y amante de los papeles de protagonista, sorprendió a los asistentes al contar lo que le ocurrió entre el 1 de marzo y el 16 de abril pasados: en cinco ocasiones tuvo serios problemas para abordar un trayecto -el recorrido entre Boston, donde vive y en donde es senador desde hace 42 años, y Washington, donde trabaja- que ha hecho en miles de ocasiones. ¿La razón? En una lista secreta destinada a excluir de los aviones posibles elementos de riesgo para la seguridad figuraba un tal "T. Kennedy", un alias utilizado en alguna ocasión por un sospechoso de actividades terroristas.
Kennedy, gran narrador, entretuvo e hizo reír a su audiencia con sus aventuras en el puente aéreo Boston-Washington para llamar la atención sobre la gravedad del asunto: "Si esto le puede pasar a un miembro del Congreso, ¿qué trato recibirán los norteamericanos normales que se vean atrapados en estas cosas? ¿Cómo harán para no ser tratados injustamente, para que se respeten sus derechos?". En el primer tropiezo del senador con la lista en la que figuraba su nombre, el 1 de marzo, un empleado de la línea aérea en Washington le dijo a Kennedy que no podía volar a Boston y que no podía darle la tarjeta de embarque. "¿Por qué no?". "No se lo puedo decir", le respondió. "Llevo utilizando este vuelo durante 42 años. ¿Por qué no puedo tomar el avión?", insistió el senador.
Lo absurdo de la situación despertó las risas del Comité de Asuntos Jurídicos. Kennedy, una de las figuras más conocidas en EE UU, acabó volando en las cinco ocasiones, aunque en dos de ellas casi perdió los vuelos, después de largas explicaciones inútiles, esperas, llamadas telefónicas de alto nivel y la intervención de supervisores que le reconocieron. Tras los tres primeros incidentes, el senador se quejó a las autoridades de Transporte Aéreo, pero el problema no se resolvió.
Kennedy recibió incluso una llamada de Tom Ridge, responsable del Departamento de Seguridad Interior, para disculparse por los problemas que había tenido, pero la tardanza en resolver el asunto -casi un mes hasta que el nombre fue eliminado de la lista- dice poco de la agilidad de una Administración que desde hace tres años está en alerta permanente y subraya las insuficiencias y errores de la política antiterrorista, entre ellos el problema de una burocracia que aplica la normativa sin preparación suficiente y sin dar, sistemáticamente, información al implicado, como ya han tenido ocasión de comprobar cientos de personas.
Ahora, gracias a la relevancia pública de Kennedy y al lugar elegido para desvelar sus peripecias, se ha cuestionado de nuevo la eficacia de ciertas medidas y será sin duda útil para casos similares. La lista de sospechosos, en vigor desde los atentados del 11-S, la manejan las compañías aéreas, sin preparación especial en el control de estas situaciones, ni margen de maniobra para salirse de lo que se les ordena. La Administración no hace públicos los nombres que figuran en la lista, que se actualiza constantemente. Según la Asociación de Libertades Civiles (ACLU), que se querelló en primavera contra los responsables de Seguridad, en nombre de media docena de personas erróneamente identificadas, más de 350 viajeros han sufrido los inconvenientes del sistema. Ninguno ha sido detenido.
En la sesión del Senado, Asa Hutchinson, responsable de Fronteras y Transportes del Departamento de Seguridad Interior, explicó que se estaban tomando las medidas para mejorar el proceso e intentar evitar estas situaciones y que está en marcha un procedimiento "para eliminar los nombres equivocados". Seguridad Interior planea asumir el control de las listas de pasajeros. Hutchinson pidió disculpas a Kennedy, que concluyó la sesión con nuevas bromas, al decir que estaba seguro de que los errores no se debían a una campaña de sus colegas republicanos del Senado.
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