Las entidades catalanas afirman que actúan de red social alternativa para afrontar la inmigración
Un especialista en relaciones internacionales dice que el voluntariado está mediatizado
Jornada interesante, la de ayer, en la Conferencia Mundial del Voluntariado, que se celebra en el Fórum. Se presentó un informe en el que 50 entidades de Barcelona aseguran que, como consecuencia de la Ley de Extranjería y a falta de recursos públicos para afrontar la inmigración, éstas se han convertido en una red social alternativa. A mediodía se analizó la movilización voluntaria del 11-M, que fue considerada "de manual". Por la tarde, el académico Francesc Serra se alzó en voz escéptica sobre el voluntariado internacional. Dijo que está manipulado y mediatizado por los intereses del poder.
La Federación Catalana de Voluntariado Social (FCVS) presentó el informe Inmigración, igualdad y convivencia: un reto para el voluntariado social, en el que han participado más de 50 asociaciones de Barcelona que trabajan en todos los ámbitos y entre las que figuran las grandes, como Cáritas y la Cruz Roja. Todas señalan que, sobre todo desde hace dos años, cuentan con usuarios inmigrantes, aunque no se dediquen específicamente a este sector de la población. Atribuyen este fenómeno a la falta de recursos públicos, "tanto generalistas, lo que provoca la competencia por unos bienes sociales que son escasos, como específicos para atender a los inmigrantes", afirmó ayer la técnica de inmigración de la FCVS, Elisa Gutiérrez. "Las entidades se han convertido en una red social alternativa y responden como pueden", dijo.
Las asociaciones participantes en el informe critican duramente la Ley de Extranjería, a la que consideran el principal factor de exclusión. "Sin poderles facilitar papeles, trabajo ni un sitio donde vivir, las asociaciones tienen la sensación de que tapan agujeros y actúan de contención para evitar situaciones límite", explicó Gutiérrez. Por todo ello reclaman un cambio legislativo y poder actuar como parte activa en la definición de políticas sociales.
La reacción ciudadana a los atentados del 11-M en Madrid fue objeto de análisis en uno de los talleres del encuentro. El balance de la actuación de los voluntarios fue impecable, según se constató. "Si la comparas con los manuales de entidades como Cruz Roja o Human Rights Whatch, fue de libro, literalmente", afirmó la representante de la Fundación Luis Vives, Carolina Guerrero, quien ha estudiado la respuesta ciudadana de esa terrible mañana y los días que la siguieron.
Guerrero destacó el alto grado de coordinación entre la acción de 7.000 personas, entre voluntarios y profesionales, además del comportamiento de los ciudadanos. Cada uno estuvo en su lugar e hizo en cada momento lo que debía. Ni más ni menos, explicó la especialista: nadie se excedió en sus funciones, cada uno actuó a partir de su formación, salió cuando debía y permaneció en casa también cuando se pidió. "Si aquel fatídico 11-M no se hubiera lanzado esta llamada al movimiento voluntario, las consecuencias hubieran sido mucho peores", concluyó.
El contrapunto a la jornada lo puso en la sesión plenaria el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Barcelona y el Cidob, Francesc Serra, con una dura lectura del movimiento voluntario internacional. "El voluntariado internacional está a merced de grandes poderes políticos porque, para sobrevivir, las ONG necesitan ponerse a la sombra de un poder económico o político que les permita actuar", afirmó Serra, quien alertó de cómo "los Estados subvencionan unas organizaciones o campañas de movilización por encima de otras condicionando la dinámica social que en su día surgió de forma espontánea e independiente". Incluso movilizaciones como las de rechazo a la ocupación de Irak esconden, a su juicio, "intereses políticos, económicos y estratégicos".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.