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VIOLENCIA EN IRAK

La prensa iraquí despierta de su letargo

Nuevas publicaciones y cadenas de televisión proliferan tras la caída del régimen de Sadam

En medio del caos vigente en Irak, fruto de una invasión que desmanteló la Administración, el Ejército y la policía, despierta un sector que durante un cuarto de siglo se sumió en el letargo. Tras el derrumbamiento del régimen de Sadam Husein en abril de 2003, los medios de comunicación disfrutan de lo desconocido. "Vivimos el periodo dorado de los medios iraquíes. Nunca hemos tenido tanta libertad como ahora", asegura rotundo Zuhair al Jezairy, editor jefe de Al Mada, uno de los nuevos periódicos que inundan el incipiente mercado. No es mal comienzo. Aunque se atisban enormes escollos y una incertidumbre que costará salvar. "El futuro dependerá del Gobierno que finalmente se establezca", opina Sadiq Mahdi Shaban, director de programación de la cadena por satélite Al Diyar.

El subdirector de 'Al Taaji' destaca que "no existe control previo por el Gobierno"

Cuatro eran los diarios que se podían leer durante la dictadura del partido Baaz. Pero, en realidad, sobraban tres. Y emitían tres canales de televisión, el oficial y otros dos controlados por Uday Husein, hijo del tirano. "Todos decían lo mismo", sonríe Al Jezairy. De la noche a la mañana, la proliferación de tabloides, de unas veinte páginas, fue apabullante. Aunque no pocos batieron récords de breve presencia en los puestos callejeros, en los que por la mañana no es extraño ver a decenas de bagdadíes consultando portadas. "Unos veinte periódicos han desaparecido desde que cayó el régimen de Sadam Husein. Algunos sólo se publicaron dos o tres días. Cuando la situación se estabilice, surgirán periódicos más solventes y serios", sostiene Saad Abbas, jefe de editores de Az Zaman, en la modesta sede del rotativo que, con 45.000 ejemplares de venta diaria, está a la cabeza de la prensa iraquí.

Pero semejante proliferación de publicaciones -hay una veintena de diarios y más de un centenar de semanarios y revistas mensuales- no obedece sólo al afán de empresas editoras y profesionales. Buena parte de los periódicos pertenecen a los dirigentes de los grupos políticos. Empezando por el primer ministro, Ayad Alaui, todos los partidos disponen de sus publicaciones, que más bien parecen órganos de prensa.

Al Sabah y Al Watan son oficiales. Al Taaji, kurdo. El polémico Ahmed Chalabi tiene a su servicio Al Mutamar; Tarik el Shaab sigue la línea del Partido Comunista; Adnan Pachachi no sale mal parado en An Nahda, y lo mismo le sucede al clérigo chií Abdelaziz Báqer al Hakim con Al Adala. "Muchos no son en realidad diarios. Están muy lejos de dedicarse al periodismo", asegura Saad Abbas, quien se muestra contrariado por algunas prácticas producto de las lagunas de la legislación iraquí: "En muchas ocasiones nos copian coma por coma los artículos. Roban nuestros derechos. Hay periódicos que imputan graves delitos a los políticos y tampoco pasa nada. En la situación actual nadie puede controlar estos desmanes. Es la ley de la jungla". Aunque el precio impreso de muchos rotativos es de 125 dinares, los vendedores lo elevan a 250.

Con todo, el panorama es alentador. Mohamed Badri, subdirector de Al Taaji, reeditado en mayo del año pasado y controlado por el Partido Democrático de Kurdistán, destaca que "no existe control previo por parte del Gobierno". Ni ahora, ni hasta el pasado 28 de junio, cuando dirigía el país el administrador civil de Irak, Paul Bremer. "Hemos criticado mucho al Gobierno y a la Autoridad Provisional de la Coalición (CPA)", ratifica Al Jezairy, "y no hemos recibido nota o advertencia alguna del Ejecutivo ni de los norteamericanos". "Los comienzos tras la caída de Sadam fueron complicados. No había fuentes para los informadores. Nadie hablaba. Además, la CPA sospechaba de los profesionales iraquíes. Ahora tenemos fuentes en la Administración y la gente viene a contarnos lo que pasó en el régimen", añade el editor jefe del tabloide independiente Al Mada, fundado en julio de 2003 y que sólo vende 10.000 ejemplares, como la mayoría de la competencia. Además, los anunciantes comienzan a animarse, sobre todo en las cadenas de televisión por satélite.

El panorama televisivo es similar. Están en el aire hoy día cuatro cadenas por satélite en territorio iraquí, una de ellas del Gobierno kurdo, tres canales de señal abierta y cada una de las 18 provincias dispone de su emisora. Alaa Aldahan, subdirector de Al Sharquiya, que emitió por primera vez en mayo de 2003, dispone de un presupuesto de 30 millones de dólares para producir programas "con sabor iraquí". El mismo aroma nacionalista que pretenden difundir Al Iraquiya y Al Diyar. El sector no ha hecho más que arrancar. "Surgirán al menos 20 canales por satélite en los próximos años. Algunos desaparecerán pronto. Dependerá del prestigio que logre cada empresa", dice en su oficina Sadiq Mahdi Shaban, director de programación de Al Diyar, que inició su andadura el 18 de junio.

"Muchos jóvenes que sólo conocieron el partido Baaz temen que el multipartidismo signifique la guerra civil. Temen el shock de la democracia", comenta el editor de Al Mada. En la calle hay avidez por consumir nuevos productos, pero no tienen claro con qué carta quedarse. "El cambio de canal es constante. Los iraquíes no saben todavía lo que quieren", concluye el directivo de Al Diyar.

Un iraquí lee un diario en Nayaf en septiembre de 2003.
Un iraquí lee un diario en Nayaf en septiembre de 2003.ASSOCIATED PRESS

Secuestradores y policía acosan en el sur a los periodistas

En Irak, el periodismo se ha convertido en una profesión muy peligrosa. Y empeora cada día. Hasta hace escasas jornadas, cualquier periodista podía viajar a las ciudades sureñas. Hoy los secuestros disuaden a muchos informadores de adentrarse en las regiones de mayoría chií, alzada en armas. El colaborador de The Sunday Telegraph James Brandon fue secuestrado recientemente por radicales chiíes en Basora. Fue sacado a punta de pistola junto a su intérprete del hotel en que se alojaba en el centro de Basora. La mediación de un portavoz del clérigo extremista Múqtada al Sáder pudo salvarle. Micah Garen, otro periodista de una empresa que se dedica a la custodia de sitios arqueológicos, permanece en manos de sus captores tras ser hecho rehén en Nasiriya, 375 kilómetros al sur de Bagdad.

Pero, secuestros aparte, hay más factores que influyen en la ausencia de informadores en casi todos los frentes del país. Ayer se conoció la muerte del iraquí Mahmud Hamid Abbas, de 32 años, cámara de la cadena alemana ZDF, que alcanzado en un tiroteo cuando se dirigía a Faluya, según la organización Reporteros Sin Fronteras. Veinte periodistas han muerto en Irak en 2004. Además, anteayer, la policía de Nayaf anunció que expulsaría a los periodistas que no abandonaran inmediatamente la ciudad santa. No obstante, algunos informan desde Nayaf. En su gran mayoría trabajan empotrados entre los marines de EE UU o son periodistas locales o árabes.

Un simple paseo por los hoteles de Bagdad en los que se alojan la mayoría de periodistas deja pocas dudas también de que, ya sea por las vacaciones de las plantillas de los medios de comunicación o por el menor interés que despierta el conflicto, la presencia de informadores internacionales se ha reducido. A esto hay que sumar la decisión del Gobierno interino iraquí de expulsar a la cadena de televisión árabe Al Yazira.

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