El anónimo
Como dijo Jorge Luis Borges, y creo que también María Zambrano alguna vez: "Hay que ver, qué calor". Así iba pasando agosto, acostumbrados todos ya a las normas de la casa, con esa sensación que suele darse a mitad de mes, cuando parece que ya toda la vida va a tener este aroma de placidez, y de repente...
-¡Presidente! -me interrumpe Moratinos-. ¿Puedo hablar contigo un momento?
-Claro, pasa. Precisamente estaba escribiendo unas notas sobre política exterior que me quedaban de rechupete.
-Hola, José Luis -canturreaba Trini tras Moratinos-. ¿Se puede? Ja ja.
-¿Qué pasa, por qué venís los dos? ¿Acaso tenemos -me recosté en el sillón, adoptando una postura de líder cálido- una sana discrepancia entre partido y Gobierno?
-En absoluto, José Luis. Pero la situación es grave, ja ja.
-Hemos recibido un anónimo, Presidente. Alguien quiere renegociar el peso de España en la Unión Europea. Yo se lo dije a Jack Straw: Jack, no me busques, no me busques.
"Devuélveme los votos prestados", decía el anónimo.
-Si quieres hago unas declaraciones denunciando la gravedad del asunto, José Luis, ja ja.
-¿Quién puede ser, Presidente? ¿Polonia? ¿Italia? Tú cerraste todo con Berlusconi, ¿no? Si es Jack Straw, la tendremos. ¡Te comes el Peñón, Jack! ¡The Péñon ñam ñam!
-Dejadme solo -dije, intentando contener la risa.
Trini y Moratinos estaban profundamente errados. Aquel anónimo era español. Jugueteando con él sobre la mesa, marqué el número de teléfono de Gaspar Llamazares.
-¿Qué? -me dijo-. ¿Has recibido mi anónimo?
-Joder, macho, todavía no, cómo está el correo. ¿Qué decía?
-Que me devuelvas los votos prestados.
-Ah, ya. Sí me suena algo, ahora que me lo dices.
-Pues eso.
-Sí, sí.
-¡¿Sí, sí, qué?! Tú siempre dices que sí, que sí, y luego putuflús.
-Es que hay una cuestión jurídica que me preocupa, Gaspar.
-Ya. El cuento de la propiedad del voto y eso. Que el voto es de los electores y tal, ¿no? ¡Una mierda! Los votos eran míos. Digoooo, de Izquierda Unida.
-¿Pero tú no has anunciado que piensas hacerte ecologista o vegetariano o algo de eso? ¿Ahora cómo sabríamos que los votos eran tuyos? Imagínate que a mí me votó uno muy muy de izquierdas, supongamos Julio Anguita...
-¡¿Insinúas que Julio te votó a ti?!
-Es un decir, Gaspar.
-Ya ya ya.
-Por ponerte alguien muy muy muy de izquierdas que me votó a mí para echar a Aznar y ahora le sales tú con que eres ecologista o alguna de esas cosas pequeñoburguesas. Tengo que encargar un dictamen a Juan Fernando.
-¡Y una m...!
-Prfts, pfrt.
-Los votos son míos, ¿me oyes?
-Prfts prfts, ¿Gaspar? Prft. ¡Qué interferencias! Prfts prfts. Nada, no oigo nada.
-José Luis, no te hagas el loco conmigo.
-Cómo están las telecomunicaciones. No sé en qué piensa el Gobierno.
Un crujido sobre mi cabeza me llamó la atención, justo a tiempo de ver cómo la lámpara se desprendía del techo.
-¿José Luis? No te hagas el loco. ¿Me oyes?
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