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TIROS LIBRES | Atenas 2004 | BALONCESTO
Columna
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Gran noticia

Nunca debe celebrarse el mal ajeno, pero el desastre estadounidense frente a Puerto Rico no deja de ser una magnífica noticia por diferentes motivos. El primero y más importante, porque reivindica la concepción primaria del baloncesto como un juego de equipo, en el que tienen cabida las individualidades, pero sobran los individualismos.

Desde que en Barcelona, en 1992, la NBA decidió poner orden, escocido su orgullo por la derrota cuatro años antes frente a la URSS, el deterioro de sus selecciones ha sido imparable hasta llegar a la banda que ha viajado a la cuna del olimpismo. Una de las razones básicas de esta progresiva descomposición la encontramos en que aquel mítico equipo, el único que merece la marca Dream Team, poseía no sólo infinito mayor talento, sino que, siendo realmente estrellas, no estrellitas, entendían el juego como algo más que dar saltos estratosféricos, meterlas para abajo y, eso sí, ir de perdonavidas y adoptar una postura chulesca y desafiante. Afortunadamente, el baloncesto atiende otras cuestiones: el esfuerzo, la solidaridad, la motivación colectiva, la buena lectura de las situaciones, el conocimiento de compañeros y rivales y otros muchos asuntos que no aparecen ni mirando con lupa en este grupo de supuestas figuras de la NBA. Ya adolecieron de ello los anteriores conjuntos de Atlanta, Sidney o Indianápolis, donde fueron recibiendo noticias cada vez más alarmantes.

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Se podrá aducir que la razón de tal descalabro está en la renuncia de gente como O'Neal, Bryant, McGrady, Carter y otros mentirosos que se inventaron excusas de todo tipo para no ir a Atenas. Cuesta creer que ellos hubiesen perdido por 19 puntos ante los portorriqueños, pero existen dudas razonables del supuesto paseo que se habrían pegado. ¿O se ha olvidado ya que los Pistons, con un picapedrero como Ben Wallace como uno de sus ases, destrozaron a los Lakers y todo su star-system? Fue la fuerza de un equipo ante un grupo de estrellas y ya sabemos el resultado. ¿Acaso cualquiera de los anteriormente citados y que ahora tendrán el ego aún más crecido después del descalabro de sus sustitutos sabe algo de jugar en equipo? Casi todos ellos se saltaron la universidad, lugar donde los Jordan, Bird o Johnson aprendieron conceptos fundamentales para ser algo más que carne de video-clip. Encima, ya no asustan.

Es volar muy alto, pero para España o cualquiera de los aspirantes se ha abierto un cielo hasta ahora cerrado a cal y canto. La ocasión la pintan calva.

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