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LA CRISIS DEL TURISMO / 3

La temporada turística en Lleida es floja, pero menos que en el resto de Cataluña

Las perspectivas señalan que este mes habrá una ocupación del 80%

El turismo es uno de los principales motores económicos de Lleida. Casi el 15% de su producto interior bruto procede de las diferentes modalidades turísticas que ofrece la provincia: nieve en invierno y montaña y deportes de aventura el resto del año. Unas 1.000 pequeñas empresas familiares están dedicadas a esta actividad. Por eso, el sector anda estos días muy preocupado porque la temporada está siendo más floja de lo previsto, aunque no en mayor medida que en el resto de Cataluña. Las perspectivas para este mes son mejores y se espera que la ocupación supere el 80%, una cifra similar a la registrada el año pasado.

Los datos acumulados de julio, con el 10% menos de contratación que el año pasado, confirman que el negocio turístico no atraviesa por su mejor momento, aunque entre los empresarios leridanos nadie se atreve a hablar abiertamente de crisis porque, como en otras circunstancias parecidas, es el turismo interior el que tira del carro en momentos difíciles. Fuentes del sector indican que la ocupación en el Pirineo leridano osciló en julio entre el 45% y el 50%, mientras que en las comarcas del interior, donde la oferta de alojamientos rurales ha crecido en los últimos años, también se ha notado un descenso de visitantes.

El responsable del Patronato de Turismo de la Diputación de Lleida, Xavier Moncayo, tampoco es partidario de hablar de crisis y prefiere atribuir el descenso de turistas a un problema meramente coyuntural que el sector podrá asumir sin problemas. Moncayo está convencido de que la situación remontará el vuelo durante el mes de agosto y los hoteleros podrán resarcirse de las pérdidas acumuladas.

Los mismos precios

Esta crisis turística es algo que el sector se temía desde hace tiempo. De hecho, los empresarios del Pirineo habían decidido mantener, por segundo año consecutivo, los precios para competir en igualdad de condiciones con las ofertas más atractivas de los destinos de sol y playa. Los hoteleros son conscientes de que el turismo de interior no puede competir en precios, pero sí en calidad y en actividades complementarias.

La excepción la encontramos en el valle de Aran, donde la ocupación turística no siguió en julio la dinámica regresiva, sino que la contratación de servicios creció el 1,5%. Los responsables turísticos del valle destacan que el gasto por visitante ha descendido. "Este año hemos advertido la presencia de muchos turistas que vienen con el bocadillo hecho en casa", anota el propietario de un restaurante de Les.

El presidente de la Federación de Hostelería de Lleida, Juan Antonio Serrano, admite que el turismo de montaña se ha visto obligado a mantener los precios de hace dos temporadas para no perder clientela ante las campañas agresivas que ofrecen productos atractivos a precios económicos. "Nosotros no podemos competir en precios debido al tipo de establecimientos que tenemos, mayoritariamente de pequeñas dimensiones y de carácter familiar. La oferta de la montaña no tiene nada que ver con la de la playa", asegura Serrano.

El producto turístico que ofrecen las comarcas de Lleida es muy singular y persigue atraer a familias y grupos de amigos que valoran la tranquilidad, el medio ambiente y el contacto con la naturaleza. Moncayo considera que no es cuestión de bajar los precios, sino de continuar apostando por un turismo de calidad porque "es la mejor manera de ganar clientela".

El responsable de Turismo de la Diputación atribuye el descenso, entre otras causas, a la fortaleza del euro, el menor poder adquisitivo, el mal tiempo y, sobre todo, la fuerte competencia de otros destinos turísticos. "Hay ofertas de viajes a islas, a zonas costeras o a países extranjeros a precios muy asequibles y eso ha perjudicado al turismo de montaña pese a que seguimos ofreciendo un producto de calidad", señala Moncayo, quien destaca que las estancias en el Pirineo se han acortado a una semana de media. Para superar esta crisis, los empresarios reclaman una moratoria de al menos un año en la construcción de segundas residencias, hoteles, cámpings y casas de payés, al considerar que hay saturación de plazas de alojamiento, muchas de las cuales escapan al control del fisco y de la Administración. El sector se queja de una práctica cada vez más extendida de alquileres de segundas residencias entre particulares, lo cual no deja de ser una competencia desleal.

En estos momentos, la provincia de Lleida dispone de 46.000 plazas distribuidas en 377 hoteles, 360 casas de payés y 62 cámpings. "La oferta ha tocado techo y sería bueno que el sector privado y el público se sentaran en una mesa para encontrar soluciones a este problema", afirma Moncayo.

Lo rural y la aventura

El denominado turismo rural, en el que los turistas se alojan en casas familiares o de payés, y las actividades de riesgo, conocidas como deportes de aventura, son las dos caras de una misma moneda. La primera modalidad constituye una oferta sólida y atractiva a juzgar por las numerosas personas que han decidido pasar sus vacaciones en algún pueblo de las comarcas de Lleida. La segunda también se ha resentido de la recesión.

El turismo rural es un estilo nuevo de disfrutar del tiempo de ocio, que cada día gana adeptos porque permite escapar de la fatiga y disfrutar de la naturaleza en su estado más puro. Este tipo de turismo es un producto en alza que, si se cumplen las previsiones, no tendrá dificultades para superar con éxito la crisis generalizada del sector.

El presidente de la Federación de Cases de Pagès de Lleida, Josep Maria Roca, se muestra optimista con vistas a las próximas semanas, ya que las reservas en este sector no se acostumbran a anular en caso de mal tiempo. Por ello cree que en agosto la ocupación superará el 90% en los 360 establecimientos de turismo rural de la provincia, con más de 3.000 plazas.

No sucederá lo mismo en el sector de los deportes de aventura, un producto maduro que se ha estabilizado tras el espectacular crecimiento experimentado en los últimos 10 años y que este verano está padeciendo las consecuencias del descenso de turistas en el Pirineo, que ya se ha traducido en la caída de más del 20% de sus actividades en el Pallars Sobirà, según el presidente de la Asociación de Empresas de Deportes de Aventura de esta comarca, Josep Miquel Messegué.

"Este verano han venido menos turistas a esta zona y si la ocupación hotelera baja, también disminuyen los servicios complementarios que prestan las empresas de aventura", señala. El sector, con 45 empresas que ofrecen rafting, descenso de barrancos, motos acuáticas, escalada, ala delta, parapente, salto de puentes, viajes en globo y ultraligeros, ha comprobado que los turistas apuestan por nuevas emociones igualmente estimulantes en perjuicio del descenso de ríos en barcas neumáticas, que hasta la fecha era uno de los servicios más solicitados. Por todo ello, Messegué considera que este año no se llegará a la cifra de 200.000 servicios de la temporada pasada.

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