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Emociones contradictorias

Devoción y comercio conviven en la pequeña ciudad francesa

Enric González

Lourdes provoca emociones intensas. La primera suele estar relacionada con el horror: esto es Las Vegas del catolicismo, la fe en letras de neón, una hilera interminable de tiendas de recuerdos, un negocio formidable. La segunda emoción brota de la gruta donde, según la Iglesia, María se apareció varias veces a una muchacha analfabeta llamada Bernadette Soubirous; esa emoción es profunda y de gran calidad. No hace falta ser creyente para percibir que la pequeña gruta de Massabielle, junto al río Gave, concentra una energía especial. Los caudales de sufrimiento y esperanza que desfilan diariamente ante la pequeña imagen de la Virgen, desde 1858, dejan un poso de paz y de silencio.

La misma gente que llora rezando compra botellitas de plástico en forma de Virgen

El propio párroco de Lourdes, Louis Quidarré, lamenta el monstruo "desasosegante" nacido en torno al santuario. Una pequeña ciudad de 15.000 habitantes con 270 hoteles, el segundo centro de atracción turística de Francia por detrás de París, casi seis millones de visitantes al año.

La misma gente que llora rezando frente a la gruta compra botellitas de plástico en forma de Virgen María (el tapón es la corona, no hace falta desenroscar toda la cabeza) para llenarlas con agua del manantial abierto por la joven Bernadette. Siguen teniendo mucho éxito los ceniceros con la imagen de la Virgen, aunque parezca un poco irrespetuoso apagar colillas contra ella, y están en alza los juegos de mantelería y servilletas con estampas piadosas. Las velas para las procesiones, los rosarios, las camisetas y los llaveros son valores seguros. Las figurillas de María y Bernadette para decorar repisas y televisores andan un poco de capa caída y van siendo relegadas al fondo de los almacenes. Se trata de un lugar muy humano, maravilloso y miserable.

De entre el barullo comercial emergen los hospitales-residencia, que acogen a los enfermos que sueñan con la curación pero esperan, al menos, obtener paz y resignación. También la ciudad de San Pedro, financiada por Cáritas y el Socorro Católico, donde se alojan anualmente unos 20.000 peregrinos sin recursos. Y Foi et Lumière (Fe y Luz), que organiza visitas para minusválidos mentales, nacida en 1967 para integrar en el peregrinaje a decenas de miles de personas hasta entonces más o menos rechazadas. La fe de los enfermos y de los voluntarios que les auxilian constituye la columna vertebral de la parte noble de Lourdes.

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