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TIROS LIBRES | Atenas 2004 | BALONCESTO
Columna
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Salida tranquila

El buque insignia zarpó y la maniobra de salida del puerto transcurrió con normalidad, lo que es suficiente a la espera de aguas más bravas. El siempre complicado primer partido, con las dudas que inevitablemente genera, se liquidó como nos tiene acostumbrados este equipo. Tanteó durante el primer cuarto, dio el primer arreón en el segundo, dejó resuelto el debate en el tercero y se exhibió en el cuarto dejando muy buenas sensaciones. Todo lo que se podía esperar en su debut tuvo su momento y lugar en un encuentro ideal para coger el ritmo de competición con vistas a otros enfrentamientos de mayor enjundia, como el de mañana ante Argentina. Funcionaron las estrellas, apoyaron los secundarios y hasta el peligro anunciado por Yao Ming se quedó en casi nada. Jugaron todos, no se cansó nadie, Mario Pesquera pudo hacer sus experimentos y no hubo ningún detalle que rebajase la excitación que provoca el desafío al que se enfrenta este singular colectivo.

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'Pesadilla team'

Dado que el partido no corrió nunca peligro ni China planteó mayores problemas que la altura de su gigante de la NBA -o Ming se hace más egoísta o no va a dejar muchas cosas en su paso por Atenas- las conclusiones no van más allá de ciertas intuiciones, algunos detalles que en su mayoría fueron positivos. El primero fue comprobar que los hombres llamados a liderar el equipo español han llegado a Grecia en un buen estado no sólo físico y técnico, sino mostrando una madurez que les tiene que ser muy útil cuando lleguen los momentos importantes. Tanto Gasol como Navarro dominaron los tiempos del choque, sabiendo el cuándo y el cómo de lo que tenían que hacer. Pau tuvo un comienzo desafortunado por el golpe en la nariz que le llevó al banquillo durante casi todo el primer cuarto. Con la expectación que siempre genera, con la presión que supone el abanderar un equipo al que nadie le pone un techo, esta puesta en escena podría haberle descentrado, pero se quedó en una mera anécdota a partir del segundo acto, en el que, con esa naturalidad que destila su juego, se hizo el amo del cotarro. Se le vio suelto y relajado, anotó y formó una interesante pareja con Felipe Reyes, otro que emitió buenas señales, cuando coincidió con él.

Lo de Navarro es otra cosa. No hay en Europa un jugador con una capacidad como la suya para destrozar un partido. Y lo mejor es que con él los antecedentes no cuentan. Estuvo desacertado en el tiro hasta que al final del tercer cuarto llegó su momento. Con China tambaleándose, se sacó una bomba de las suyas, pero esta vez con la izquierda. En la siguiente jugada, contraataque de tres contra uno. En vez de apurar hasta debajo de la canasta, se clavó tras la línea. Tres puntos más. Y para terminar, dos puntos en el último segundo del cuarto, territorio límite en el que se siente como en casa: 18 puntos de ventaja y a otra cosa mariposa.

Con estos dos en su línea, todo resulta más fácil. Garbajosa pone el reposo y la inteligencia en sus decisiones y lo de Jiménez y su capacidad reboteadora es para enseñar en las escuelas. También salieron los nuevos y Comas movió el equipo algo mejor que Calderón. Hasta Rudy Fernández tuvo tiempo para apuntar detalles de su enorme talento. Es importante que se suelte, pues es probable que llegue el momento en que se necesite su capacidad para anotar, desbordar y encontrar huecos en defensas que buscarán asfixiar a Gasol y Navarro. Puestos a ser positivos, hasta el pésimo acierto en los triples puede considerarse una buena noticia, pues ahora la estadística está a nuestro favor. En definitiva, un buen arranque.

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