Comisiones bancarias

Estando de vacaciones y por un error de imprevisión me vi obligado a hacer una disposición de efectivo con mi tarjeta Visa Electrón en un cajero ajeno a la red que pertenece el banco del que soy cliente. Pues bien, la cantidad que retiré fue de 150 euros, mientras realizaba la operación el cajero me pregunta amablemente si acepto una comisión de 4,50 euros. Solté un taco, hice el cálculo, un 3% y en esta ocasión acepté. Qué iba hacer, necesitaba el dinero y, además, había andado dos kilómetros para encontrar el dichoso cajero. Yo comprendo que los ejecutivos necesiten incrementar las cuentas de resultados de las entidades que dirigen para pagarse sus descomunales sueldos y para repartir un buen dividendo entre sus accionistas (lo entiendo menos en las cajas de ahorro que no tienen la segunda obligación), pero lo que no admito es que lo hagan obligando a los clientes a pagar unas comisiones desproporcionadas. Yo dispuse de mi dinero, depositado en una cuenta no retribuida con interés alguno (más bien al contrario, me cobran otra comisión anual de mantenimiento), con una tarjeta por la que también pago una comisión anual, y me cobraron un 3%; es decir, lo mismo que me cobran anualmente por el préstamo hipotecario. Pero esto es sólo la punta del iceberg; si tienes, por ejemplo, uno de los tan cacareados planes de pensiones te pueden cobrar más un 2% anual de comisión de gestión sobre el patrimonio medio que tengas, es decir, prácticamente como si tuvieras otra hipoteca. Me estoy refiriendo a las cuatro o cinco entidades que copan el mercado español y que están en la mente de todos. Entiendo que el nuevo Gobierno debería tomar algún tipo de medida para evitar esta continuada contribución que los usuarios de la banca hacemos al bolsillo de unos pocos.