_
_
_
_
_
ZP, en primera persona | HUMOR
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Cataluña, 2; Restospanya, 1

Un cabezazo de Montilla dio la victoria al equipo de Cataluña sobre el de Restospanya, y dejó una brecha de tres centímetros en el cuero cabelludo de Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Menudo es Montilla dando cabezazos.

-Me tenía harto -comentó el ministro de Industria, escupiendo sobre la hierba del campo.

-¡En cuanto me recupere te parto tres metacarpios! -iba gritando Ibarra, sangrando como un bendito, camino del hospital. España ya no es lo que era. Hace veinte años, José Antonio Camacho, con una herida parecida, se vendó la cabeza y regresó al campo a comerse al rival. Hoy, incluso Ibarrra se arruga. Así es la España plural: mestiza y blanda.

Lo confieso: me ha fastidiado que ganara Cataluña. Y eso que yo he jugado medio tiempo con cada equipo. En la primera mitad, me he alineado con los catalanes. Ha sido cuando Restospanya ha marcado su gol, un bello tanto de Trini, aunque Bono, recién llegado para la ocasión, se ha puesto la medalla: "La asistencia ha sido fabulosa", ha declarado, dándose la curiosa circunstancia de que no había periodistas ni micrófonos, de manera que lo ha declarado al viento, amén que la asistencia no había sido obra suya. Pasqual se ha enfadado con el gol y se ha ido a inaugurar otra idea genial.

-¡Pasqual, eres insoportable! -ha gritado Montilla, citando a Borges. En este mes de agosto, Montilla se está soltando la melena, con perdón.

-Pasqual será lo que sea, pero Trini estaba en fuera de juego -ha comentado Chacón.

-¡Por aquí!

-Perdona, pero acabas de perder todo el glamour, Trini, perdona que te lo diga, con ese gesto. Es superfuerte lo que estamos viviendo. A este paso, José Luis tendrá que cambiar el Gobierno, quitar a todos y ponerme a mí.

Al margen de enfados puntuales, creo que Pasqual anda algo preocupado. Le parece que algunos tratan de desacreditarle desde dentro del partido.

-Pero qué cosas tienes, Pasqual -le transmito con dulzura -. ¿Tú crees que alguien se tomaría el trabajo de desacreditarte, con lo que tú te desacreditas solo cuando quieres?

-Oye, José Luis, que estoy en las nubes, pero no tanto.

-Si te lo digo como argumento intelectual.

-Ah, bueno, como argumento intelectual, vale.

-¡Venga, Pasqual, vamos al campo! El primer tiempo lo juego contigo, y el castillo de Montjuïc, pa ti.

-¡Ése ya me lo diste!

-Pues otro que haya.

Mi primer tiempo no ha sido bueno y, aunque confiaba en recuperarme, ha sido cambiarme de bando y empezar a encajar goles Restospanya, pesando también en la derrota que, a causa de las reglas establecidas por Pasqual, Restospanya no podía contar con vascos, ni con gallegos, ni con andaluces, porque no son esencialmente España. Tampoco con aragoneses, valencianos ni baleares, puesto que hay conflicto de territorialidad, etcétera. Qué dirían nuestros intelectuales del 98, qué hubiera dicho María Zambrano, qué Ortega ante tal situación. Pues que Restospanya tendría que haber jugado con extremos puros, tres centrocampistas y tres centrales versátiles. Lo que dice Cruyff, y cualquiera con dos dedos de frente. Pero cada español tiene una idea de España, y así no hay manera.

MARIO MARQUERIE

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_