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Crítica:COMER CADA DÍA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La taula de Llíria: Verduras con 'sambarot'

En los tiempos en que los automóviles escaseaban, cuando en los pueblos se podía jugar desde la mañana a la noche en la calle sin que el temor siquiera se insinuase a las madres de familia, en Llíria los niños recogían de sus casas -sin necesidad de entrar en ellas- el bocadillo, y proseguían la jugada donde la habían dejado en el instante anterior.

Cuando los infantes comprobaban -día tras día- el contenido que se alojaba entre las dos caras del pan, la sorpresa no podía traslucir: el inevitable sambarot anegaba las paredes, las hacía jugosas, para que la longaniza o la morcilla que lo acompañaban no quedasen atrapadas (resecas) entre las fauces y fuese necesario, perdiendo la vez, ir en socorro del agua para desatascar el embutido.

"El mejor unte para las carnes y los pescados, los huevos y las verduras, es el pisto"

Tal como lo describimos lo recuerda Juan Gorrea, propietario y cocinero del restaurante La Taula de Llíria, que ahora prepara el sambarot para que los clientes puedan recordarlo, aunque privándolo de su compañía original y dejando que edulcore las verduras de su huerta, que trata con un liviano rebozado al que llama, clásico, "a la romana".

Porque el mejor unte para las carnes y los pescados, los huevos y las verduras, es el pisto, llamado aquí sambarot -nos dice Juan- porque incorpora a la tradicional receta los piñones, que le prestan un dulce e inconfundible sabor. Grandísima paciencia para freír, lentamente, los tomates de mejor calidad junto con los pimientos y el calabacín, previamente la cebolla y de forma alternativa alguna porción de berenjena, que todos y cada uno de los componentes convenientemente tratados -es decir, con gusto y paciencia- se convierten en caramelo para endulzar nuestras vidas. Pero, hay que señalarlo, no en un dulcísimo caramelo, sino en una suave pasta, desprovista de agua hasta la desecación, y que goza del azúcar de los componentes al ser aliñados, en un todo indisoluble mediante el calor, con el goloso aceite de oliva que no olvidamos.

No obstante este homenaje a sí mismo -o a sus mayores- en el restaurante de Llíria se cocina con criterios que mezclan los recuerdos con la realidad actual, y por eso son capaces de sorprendernos positivamente con una magnífica tarrina de foie gras empedrada de pistachos o con un canutillo crujiente relleno de setas y jamón ibérico, o bien mezclan lechugas con queso y hierbas frescas o, en fin, suavizan con muselina la siempre sabrosa morcilla de arroz burgalesa, ahora traída desde Sotopalacios, justo al norte de la capital.

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También rellenan los hojaldres con cordero lechal, previamente estofado, y al que se acompaña con una salsa, producto del triturado de las verduras que han servido para guisar el animal, y que reúne los valores de todo aquello que iba en el cazo. Crujiente el hojaldre y, aunque seco el cordero, agradable el conjunto.

Y nos presentan la posibilidad de recorrer otros parajes solicitando un entrecotte de ternera lechal importada de Asturias o un solomillo de ciervo de los bosques extremeños, o un pato de la híbrida raza mulard, a cuyo magret, previamente confitado, lo rodean con una salsa de frutos rojos y anís estrellado, al mejor estilo centroeuropeo.

No se presta la zona al cabal tratamiento de los pescados, por lo que sería preferible, para terminar, por decantarse entre lo frío o lo caliente, por el biscuit helado de turrón de Jijona o por las cálidas crêpes de manzana y canela, por la sopa de frutas con helado de mango o por el soufflé coulant de chocolate negro.

Después, podemos rebajar la comida paseando por todas las Llírias que hay en esta Llíria, o sea: la ibérica, la romana, la morisca, la medieval y la renacentista, ya que aún se conservan en estado de razonable conservación -y visión- edificios y monumentos, iglesias y baños públicos, de las culturas que en ella se asentaron.

Restaurante La Taula de Llíria. Calle de Sant Vicent de Paúl, 24. Llíria (Valencia). Teléfono: 962 78 00 91

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