_
_
_
_
Reportaje:TEATRO

El circo a vida o muerte

El circo es la ópera por otros medios, la respuesta nómada y popular al anhelo romántico de un espectáculo total. Su esplendor coincide con el del arte lírico, y su mayor crisis, con el momento en que se comenzaron a televisar las hazañas olímpicas. La crisis no afectó al antiguo bloque del Este, donde el Estado protegió el circo, ni a Francia, donde propició su renovación. Durante la década pasada se habló mucho del nuevo circo y del carácter teatral de su puesta en escena, pero a partir de 2000 se están destapando muchas compañías que cocinan recetas nuevas con ingredientes de siempre. Dos de ellas, el Cirque Tsigane y Monti y Cía, actúan en Barcelona en este momento, y otra, el Circus Baobab, lo hará a partir del 24 de agosto, en el recinto del Fórum.

Más información
Al otro lado de la carpa

El espectáculo que el Cirque Tsigane regala al público es de los que conmueven: porque nadie lo anunció a bombo y platillo, porque el envoltorio (una carpa minúscula) no delata el contenido, y porque, ¿quién podía imaginar que quedaran compañías así? Para llegar a las gradas, hay que atravesar una pista de apenas diez metros de diámetro, cubierta por dos alfombras: en medio, una niña de cuatro años juega a colgarse de dos cuerdas, y un señor con camisa gris, barre. La que podía parecer hija espabilada de algún espectador es la artista más joven de la compañía, y el barrendero, Alexandre Romanès, su padre, director de este circo modesto y emocionante. Que su compañía es una piña, se ve al primer instante, cuando las mujeres forman fila al fondo (es un decir) de la pista, sentadas, y los hombres se alinean detrás de ellas, de pie: todos cantan, silban y jalean las actuaciones de los demás, como hacen los flamencos cuando baila un compañero. Les acompaña una orquesta zíngara que conduce el espectáculo a ritmo diabólico. Actúan mayores y niños y, en función de la edad del ejecutante, los números van de lo naíf a lo virtuoso, pero todos tocan la entraña: son pura magia de cerca. Entre número y número, la compañía entera se va adelante, a compartir su música con el público. François Borie, malabarista, hace rotar tres mazas mientras da un salto de 360 grados sobre sí mismo, o las lanza con un pie por detrás de la espalda; luego rota cinco mazas en parejas, dos para un lado, dos para el otro; envía siete al aire, y culmina su actuación girando a mil por hora tres mazas por detrás de la espalda. Julien Posada, el funambulista, no camina: baila sobre el cable, y hace que se venga abajo la carpa cuando ejecuta el segundo flic flac, sin poner las manos en el giro. Laura de Lagillardaie, abrazada en lo alto a Olivier Brandicourt, o estrechando sus costillas con las piernas, compone unas figuras muy plásticas. Ivan Radev tiene un balón botando sobre su cabeza, otro girando en un dedo y dos en el aire. Intenta girar tres sobre la punta de un palo, y le hace la cruz a un espectador que lo distrae con un flash. A la tercera, lo consigue. Apoteosis.

Alexandre Romanès (1951) es el seudónimo de uno de los hijos del domador Firmin Bouglioni. Su familia, gitana, lleva en el circo desde 1870. Fue equilibrista, domador, se esposó con la poeta Lydie Dattas, trabajó en la calle, esbozó un espectáculo inédito con Jean Genet, se ganó la vida en momentos duros tejiendo cestas y reparando sillas, creó el Cirque Tsigane con la cantante rumana Délia Moldovan (su nueva pareja), y destiló su experiencia en dos libros aforísticos y luminosos. Cita Romanès a su padre en Une peuple de promeneurs: "No son los cinco minutos que se pasan en la pista lo que hay que ver. Hay que ver lo que está detrás". El suyo es el circo a vida o muerte, el circo torero de quienes tienen que optar entre el lumpen, el arte y la asimilación por la cultura paya.

El Circus Baobab ofrece otra cara de la misma moneda. El primer circo del África subsahariana se creó hace cuatro años por iniciativa del cineasta francés Laurent Chevalier, que quería rodar una road movie circense por las aldeas de Guinea y necesitaba una troupe. ¿De dónde sacó a los artistas? Pues convocando a los alumnos de las escuelas de danza, públicas y gratuitas, que sobrevivieron a la caída del régimen marxista que las creó (el de Sékou Touré). Como levantar una carpa en el África negra hubiera sido un despropósito, el equipo directivo construyó un baobab artificial de 15 metros y medio de alto, en torno al cual se desarrolla, al aire libre, La légende du singe tambourinaire.

El Baobab es un circo aéreo y acrobático, sostenido en vivo por una orquesta de djembés, dum-dums y balafones que, en Les tambours sauteurs, segundo de sus espectáculos (lo vi en Madrid en julio) mantiene un ritmo creciente que acaba en una fiesta de veinte minutos, equivalente a las que las compañías flamencas ofrecen por alegrías. Ahora, el Baobab entrena a chicos de la calle, sin casa ni familia, que son cantera de sus nuevos espectáculos.

El borracho por antonoma-

sia, a la salida del casino, pretende encenderse un puro y no ve mejor lugar para hacerlo que la luz de gas de una farola contemporánea de este número excéntrico que protagoniza Oriol Boixader, contraugusto de Monti & Cía. La compañía que dirige Joan Montanyés, especializada en reteatralizar las entradas clásicas de payasos para llevarlas de la pista al escenario, se ha hecho con una carpa y con cuatro números internacionales de habilidad y de riesgo para emprender una gira apretada hasta Navidad. Entre las entradas de payasos, destacan la del coche desbocado, la de Oriol bamboléandose en lo alto de la farola y la que podría titularse Noche de fantasmas, que hace casi 40 años interpretaban Boliche y Chapinete y que lucirá más en la sesión de noche que en la de tarde que vi, con la luz colándose por los bajos de la carpa, levantados para que corriera el aire.

El número más original es el de equilibrio sobre manos que ejecuta Maksim Ivanov, gimnasta ruso jovencísimo que dibuja con su cuerpo figuras de gran precisión. La chica del trío Ganea se coloca de pie en tercera planta sobre una torre formada por los chicos tras dar un salto mortal en la báscula. El malabarista mexicano Juan Pablo Martínez alterna números con cinco mazas, cuatro sombreros y seis aros, y la trapecista Natalia Kuznetsova acaba su actuación dando cinco giros en torno a la barra del trapecio, sujetándose sólo con piernas y pies.

Cirque Tsigane. Barcelona. Carpa del Fórum. Del 14 al 18 de agosto. Monti & Cía. Muelle de la Barceloneta. Días 14 y 15 de agosto. Circus Baobab. Fórum. Del 24 de agosto al 26 de septiembre.

La compañía guineana Circus Baobab presenta su espectáculo 'La légende du singe tambourinaire' en un árbol de quince metros.
La compañía guineana Circus Baobab presenta su espectáculo 'La légende du singe tambourinaire' en un árbol de quince metros.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_