Precios rebajados

Tras tres meses consecutivos de subida, el índice de precios al consumo (IPC) ha experimentado en julio una bajada de ocho décimas respecto al mes anterior, situando la tasa interanual en el 3,4%, una décima por debajo de la anterior.

Sería un error creer que esa ligera caída marca el inicio de un comportamiento significativamente mejor. Lamentablemente, los factores que empujaron al alza en los últimos meses lo seguirán haciendo, mientras que los que han provocado la bajada de julio desaparecerán. Las rebajas de los precios de algunos bienes durante el último mes, más acusadas que las de 2003, pertenecen a este último grupo; es el caso de las registradas en vestido, calzado y menaje. También los precios de los carburantes crecieron menos que en el mismo mes de 2003, algo que no es de esperar que siga ocurriendo.

Las deficiencias en la distribución de algunos alimentos frescos, las tensiones en la demanda de los servicios más próximos a la hostelería -además de hoteles, viajes organizados y restaurantes, han registrado aumentos de precio significativos- y las repercusiones del alza en los precios del petróleo seguirán amenazando la estabilidad. La inflación española presumiblemente seguirá siendo un problema. Tanto en términos absolutos como en relación con nuestros principales socios en la eurozona, los precios españoles están muy distantes de ritmos de variación compatibles con la preservación de la renta disponible de las familias o con las hipótesis en que el Gobierno ha fundamentado su cuadro macroeconómico. Bueno sería que las autoridades explicaran cuanto antes qué decisiones y controles concretos van a adoptar con el fin de evitar la persistencia del quiste inflacionista, y, lo que es peor, su eventual coexistencia con un menor ritmo de crecimiento de la actividad económica.