Suciedad en Centro

Siempre he considerado absurdo el exceso de celo en la higiene municipal, pero últimamente vivo enfrascado en la observación de lo que yo consideraría una dejación de funciones que roza la corrupción. Si, lo han adivinado: soy vecino de la zona centro de la capital.

En mi calle, San Bernardo, padecimos una obra de solado fastuosa capitaneada por el señor Manzano. Ignoro quiénes serán los responsables del mantenimiento de las mismas (nadie, por supuesto). A día de hoy, ese nuevo solado es un catálogo de charcos de pis y rastros de vómito, que si uno es observador puede reconocer como a un vecino más. No sólo eso. Si el Ministerio de Justicia decide remozar su fachada (y esto es muy loable), casi un año después de la obra se puede circundar su perímetro e identificar los mochetones de cemento sobre el nuevo y carísimo suelo; si hay que hacer obras en el metro de Noviciado, se permite a la constructora perforar las losetas nuevas para colocar un descomunal (y ridículo) cartelón publicitando su marca. Cuando ese cartel se retire, pues se rellena de cemento y ¡hala! Éste es un paraíso liberal en el que nadie se responsabiliza o se hace responsable de nada. Pero sigamos el tour... La calle del Pez es la capital europea de la Mierda (con mayúscula, sí) y la del Espíritu Santo no le anda a la zaga, con el agravante de que su muy reciente calzada se está hundiendo por la marca que dejan los neumáticos de los coches (al parecer el contratista era partidario de la peatonalidad y nadie le ha comprendido). Podría citar muchas calles del perímetro central hasta llegar a zonas más nobles (Carranza, por ejemplo) donde misteriosamente la higiene vuelve a florecer, fiel reflejo de la diferencia de rentas. Pero me gustaría mencionar una isla de limpieza en la almendra central, un único reducto de limpieza: la calle de Jesús del Valle. Ésa sí que está limpia. ¿Por qué?

Pues porque alguien muuuuy importaaante vive allí. Si los barrenderos han de atender prioridades, según la nobleza de los apellidos, les regalo Madrid a las ratas. Señor Gallardón: disfrute de su proyecto europeísta y tenga cuidado no se infecte de peste negra.