Bertman sueña un Mozart más popular
El director moscovita estrena hoy en Mérida 'La clemenza di Tito' con los Coros y la Orquesta de la Helikon Ópera Theatre.
El director ruso Dmitri Bertman estrena esta noche en el Teatro Romano de Mérida una versión inusual y abierta a todos los públicos de La clemenza di Tito, de Mozart. Para este montaje, que es estreno mundial, Bertman reafirma la apuesta que le diferencia de otros directores: sobre el escenario no sólo hay que cantar, sino también actuar para crear seducción. El fundador de la Helikon Ópera Theatre de Moscú dejó claras sus intenciones antes del estreno: "La ópera es un arte democrático, abierto".
Dmitri Bertman contagia vitalidad y frescura. Habla poco de sí mismo y mucho de sus actores, cantantes, músicos, decoradores... "Amo a mis actores, y por eso hablo tanto de ellos. Es importante, y lo era también para Mozart, que los actores no sólo canten, sino que también representen, que sea una música de resultados, que todo salga de su interior", señala. Bertman califica de "inusual" esta versión de La clemenza di Tito, un encargo especial para la coronación de Leopoldo II, que Mozart escribió en sólo 18 días. En este montaje no habrá recitativos y el director moscovita aclara en la introducción del libreto del estreno que "no es una falta de respeto al autor, porque lo más probable es que Mozart nunca escribiera esos recitativos". Después justifica la renuncia: "Queremos concentrarnos en la música de Mozart".
"Con Bertman se acabaron los divos, los grandes pesos que han desequilibrado hacia el canto lo que debería ser siempre un drama o una comedia lírica", apunta el director del Festival, Jorge Márquez, quien no oculta su admiración por "este hombre con un gran sentido del humor que desmitifica el bel canto, que sabe desnudarlo y lo transfiere al público con gracia". Con sólo 23 años, Bertman creó en Moscú la Helikon Ópera Theatre, y desde entonces acumula más de 20 innovadores montajes y un desenfado que el director transmite a la hora de hablar de ópera: "Uno se imagina al público de la ópera como personas que visten trajes negros, con diamantes, caras serias y que a veces traen flores como en un funeral. Hacen como que les gusta mucho, saben exactamente cuál es la nota alta que dio un cantante, controlan todo y miran a su alrededor para buscar a personas conocidas. Eso significa la élite. Y a su vez, las personas que están en el escenario imitan ópera, también para ellos es muy aburrido". Pero Bertman tiene la mirada abierta hacia otro público: "Esos jóvenes, forzados quizás a acudir, que odian la ópera porque piensan que es un aburrimiento, que con su móvil en la mano no dejan de enviar mensajes lamentándose. Yo veo a estos jóvenes y pienso que tengo dos horas para captarlos. Ése es el mejor público, gente normal, con la mente fresca." Bertman estará acompañado por los Coros y la Orquesta de la Helikon, Nikolai Dorozhkin en el papel de Tito y también de "gente muy agradable y delgada, y no porque tengan hambre, sino porque les gusta su profesión. La ópera no está reñida con lo sexy, porque cuando la gente canta transmite un sentimiento".
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