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Unos 300 inmigrantes se hacinan en chabolas junto al saturado refugio de Melilla

Los 'sin papeles' se agrupan por nacionalidades a la espera de una plaza en el CETI

Hay casi tantos fuera como dentro. El centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Melilla (CETI) ha superado ya su capacidad máxima. Hay 482 inmigrantes, dos más del límite de plazas. Otros 300, todos asiáticos o africanos, se hacinan en chabolas junto al refugio desde hace unos dos meses. El delegado del Gobierno en Melilla, José Fernández Chacón, quiere que antes del otoño las chabolas sean sustituidas por tiendas de campaña. Pero su preocupación inmediata es que las obras de elevación de la altura de la verja fronteriza lleve a los subsaharianos del monte Gurugú a intentar otra avalancha para saltarla antes de que acaben los trabajos, como ocurrió el pasado domingo.

Los aproximadamente 300 sin papeles que no tienen plaza en el CETI han construido un centenar de chabolas con cartones, tablas de madera, plásticos y colchones usados.

"Sólo queremos los papeles para poder trabajar. ¿Sabes cuándo nos los van a dar?", preguntan a quien pase por allí. No parecen tristes por estar lejos de su familia o por no tener baños para asearse y hacer sus necesidades. Al contrario; no se arrepienten de haber llegado hasta aquí y todos sueñan con que les den un permiso para viajar a la Península.

Y ese sueño a veces se hace realidad. Un grupo de hombres y mujeres argelinos acogidos en el CETI se abrazaban ayer por haber sido incluidos en la lista de los que pronto se marcharán. "Zapatero good!, Zapatero good!", gritaba sonriente uno de los subsaharianos de las chabolas que contemplaba la escena. Sabe que a medida que los que están dentro se van, los de fuera ocupan sus plazas. Y algún día le puede tocar a él también salir con destino a Europa.

Todos mantienen buenas relaciones de vecindad. Todos salvo los argelinos, que han levantado sus chamizos en la parte de abajo del recinto, lejos del resto. Lo mismo pasa en el CETI. "Es la diferencia de cultura lo que hace más difícil la convivencia", dice uno de los responsables del refugio de inmigrantes. "Incluso para comer, los argelinos pasan en un grupo separado del resto". Desde hace un mes, el CETI da de comer tres veces al día y dos duchas por semana también a los que están fuera. En la zona de los argelinos (unos 50) las paupérrimas condiciones de vida son las mismas del resto, pero casi nadie habla español y el único que lo chapurrea se limita a explicar sus diferencias con los cameruneses.

Las primeras chabolas que se encuentran al otro lado son de indios y bangladesíes. No son el grupo más numeroso, apenas 12, pero sí son de los más habladores. Musharraf Hossain tiene 27 años. Cuenta que llegó a Melilla en 2000 oculto dentro del tanque de gasolina de un Mercedes. Hace 20 días que salió de la cárcel, donde había ingresado acusado de colaborar con las mafias de inmigrantes. Él dice que sólo llamaba por teléfono a uno de los mafiosos para decirle que no enviara más gente aquí, que esto estaba ya desbordado, pero que no tiene nada que ver con el tráfico de personas. Y aprovecha para explicar cómo fue su viaje desde Bangladesh: "Pagué 8.300 euros para que me trajeran hasta aquí. Estuve primero en India y después en Sudáfrica. Luego me trasladaron a Níger y de allí a Argelia. Llegué a Marruecos con varias personas más ocultos en una furgoneta, y nos quedamos 15 días en casa de uno de los traficantes antes de pasar a Melilla".

Una vez aquí, le llamó la mafia para comprobar que había llegado. "Cuando confirman esto, los traficantes de aquí exigen a los de Bangladesh la parte del dinero que les corresponde por su trabajo". Otro compañero suyo dice que los inmigrantes procedentes de India y Bangladesh están discriminados. "Sólo le dan papeles a los de otras nacionalidades. Algo pasa con nosotros". La mayoría de ellos lleva unos seis meses en Melilla.

Tres en cuatro metros

Tres casetas más adelante están las de los que han venido de Ghana y Sierra Leona. Yusef y Raju, de 22 y 26 años, charlan sentados en la abertura que hace las veces de puerta del habitáculo de cuatro metros cuadrados en el que duermen tres personas. Llevan aquí cuatro y dos meses respectivamente. Antes, pasaron más de dos años en el monte Gurugú, donde entre 600 y 700 subsaharianos esperan aún el momento de saltar la verja para poder acceder a territorio español, aunque sea a estas chabolas.

Raju cuenta que mientras permanecía en ese monte pedía limosna para sobrevivir. Intentó siete veces saltar la verja, y siete veces la Guardia Cilvil lo capturó y lo devolvió a Marruecos. La octava lo consiguió. Pero antes de intentarlo rogó a Dios y ayunó siete días, durante los que sólo leyó la Biblia. Ahora está aquí, donde gana algo de dinero en el centro de Melilla haciendo indicaciones a los coches que van a aparcar para que no se choquen con otros, lo que ellos llaman el tiratira. Yusef, por su parte, desea trabajar como agricultor: "Soy bueno cultivando", explica haciendo el gesto de cavar con una azada.

Justo al lado hay algunos chamizos de personas de Liberia. Andy tiene novia en su país y quiere traérsela cuando tenga trabajo. La llama cada semana con el poco dinero que gana lavando los coches que le dejan. "Hay gente que hasta nos insulta", señala.

Las últimas casetas corresponden a los procedentes de Camerún, también muy reservados. Son ellos los que tuvieron el último encontronazo con los argelinos, en el que uno de estos acabó con siete puntos en la cabeza por una pedrada.

El delegado del Gobierno pretende sustituir las chabolas por tiendas de campaña pero su preocupación ahora es saber qué pasará en las próximas semanas. Chacón teme que el aumento de la altura de la verja fronteriza que separa Marruecos de Melilla, de los tres metros actuales a seis, pueda provocar otro masivo intento de los cientos de inmigrantes del monte Gurugú de saltarla, como ocurrió el domingo pasado.

Varios inmigrantes, fotografiados ayer en las chabolas situadas junto al refugio de Melilla donde se hacinan los extranjeros que no tienen plaza.
Varios inmigrantes, fotografiados ayer en las chabolas situadas junto al refugio de Melilla donde se hacinan los extranjeros que no tienen plaza.O. T.

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