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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

El idilio con la música de Fernando Trueba

Se guía por la brújula del placer. Y ese placer lo encuentra en la música. Tras recibir el Premio Donostiako Jazzaldia por su difusión del jazz, el cineasta sonoriza 'El milagro de Candeal', un documental con Bebo Valdés y Carlinhos Brown.

Está disfrutando de unas tardes fresquitas en la oscuridad de los estudios de Cinearte, en el centro de Madrid. Llega después de comer, tras haberse pasado por una tienda para comprar el DVD de Los soñadores, de Bertolucci, un disco recopilatorio del histórico saxofonista de jazz Ben Webster y el libro de Carles Fontserè Un exiliado de tercera. Tres de sus grandes pasiones: el cine, la música y la lectura. Falta la gastronomía. "Sólo he tenido dos premios en San Sebastián", dice sonriendo, "uno por lo de la música y el otro por la comida. Me dieron el de Gourmet del Año en unas jornadas gastronómicas. Los mejores son los no merecidos, como estos dos. Era muy divertido estar allí rodeado por los grandes cocineros y comiendo en los sitios más estupendos".

"Me guío por una brújula del placer; si algo me parece hermoso, voy corriendo detrás, y si me parece un coñazo, corro en dirección opuesta"

Por primera vez, el Premio Donostiako Jazzaldia no ha recaído en un músico. "Me da un poco de vergüenza, pero ya sé que no me lo dan por tocar sino por el trabajo que haya podido hacer de promover la música", dice. "La verdad es que también te sientes orgulloso de haber contribuido un poco. Hay gente que te lo dice por la calle. 'Vi tu película y me he aficionado a esta música, o bien oigo tu programa de radio, cuando lo tenía en Radio Nacional. A mí esas cosas me hacen siempre mucha ilusión".

Al recibirlo de manos del alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, Trueba aludió a su alma evangelizadora. "A mí me parece natural cuando algo te gusta hacérselo descubrir a los demás. Llevar a los amigos a ver una película, recomendarles un libro o un disco, o regalárselo. Eso para mí siempre ha formado parte de lo que es la amistad", asegura. "Considero que hay que hacer proselitismo de la calidad. Yo entiendo que un señor que tiene una fábrica de basura la quiera vender, pero lo que no entiendo es que los periódicos le sigan la corriente. Y que, de repente, te saquen en portada al que gana Operación Triunfo, por mucha audiencia que tenga. Me parece que es hacer publicidad de la estupidez. Eso es lo que más me escandaliza".

"La prensa tiene una responsabilidad informativa y educativa", afirma. "No nos damos cuenta de lo importante que es eso. ¿Cuál es el problema que hay en Estados Unidos? Que las cadenas de televisión desinforman a la gente y la intoxican. Como la Fox, por ejemplo, que es un canal nazi. Tenemos que ver lo que está pasando allí y si es lo que queremos para Europa. Creo que Estados Unidos tiene que replantearse muy seriamente todas esas cosas porque es una especie de caída en picado que se lleva la democracia por delante. A toda esta gente de las televisiones tan frívola y tan cachonda habría que preguntarle seriamente: 'Por favor, dime como ciudadano, como ser humano, qué país quieres tener, en qué sociedad quieres estar'. Ya no es un problema de derechas ni de izquierdas, es cuestión de supervivencia. Hasta dónde queremos llegar a embrutecer a la gente, a engañarla, a manipularla...".

Fernando Trueba es un gran aficionado al jazz y a la música brasileña. "Yo me guío por una especie de brújula del placer; en cuanto algo me parece hermoso voy corriendo detrás, y cuando algo me parece un coñazo echo a correr en dirección opuesta. Creo que un libro o una película no tienen que ser una montaña que hay que escalar y romperte las piernas subiendo".

Las cifras de ventas de Lágrimas negras, el disco de Bebo y El Cigala, no dejan de crecer. Nadie esperaba semejante éxito. "Azcona lo cuenta muy bien. Dice que, si se supiera de antemano esto del éxito, las películas las harían los bancos". Antes de producir Lágrimas negras, Trueba ya había realizado Calle 54 y coordinado el Diccionario de jazz latino, "que para mí fue uno de los primeros pasos en el sentido de dar a conocer unas músicas. Por otro lado, la gente me pregunta todo el rato: '¿Cuándo vas a hacer una película normal, una de ficción con actores y tal?".

El milagro de Candeal, filmada en enero y febrero en Salvador de Bahía, "es una de las más libres y abiertas que yo haya hecho. Soy un obseso de cómo está escrita una película, de cómo se construye. Pues ésta es una película que, sin estar hecha con un guión en el sentido convencional, tiene luego ese trabajo de construcción", explica. "Para mí es muy importante desde el punto de vista cinematográfico porque he estado probando cómo rodar un documental aplicándole determinadas técnicas de la ficción. A lo mejor estoy experimentando en campos paralelos a la literatura en cuanto a usar la realidad, la ficción y mezclarlas y romper las fronteras. Hay películas en las que entras en el terreno de la ficción y presentas unos personajes, creas unas reglas y luego cuentas la historia siguiendo esas reglas. Y luego hay películas en las que te apetece romper el marco".

El milagro de Candeal podrá verse en los cines en octubre, aunque se estrena el 24 de septiembre en el Fórum de Barcelona y antes habrá una proyección el día 11 -asegura que la fecha es pura casualidad- para todos los vecinos del Candeal. "Me emociona cada vez que voy. Lo que me enamoró es la gente. El sentido de la comunidad, lo que se respira en el barrio".

Trueba siempre dice que su cine es utópico: "Soy de los que creen que las cosas son mejorables. Y creo que en algunas películas me dedico a enseñar cosas que creo que son hermosas u otras propuestas de relaciones, siempre con humor probablemente. Nunca he hecho una película de denuncia y me encanta cuando veo Fahrenheit 9/11, de Michael Moore, porque es una película de intervención directa sobre la realidad. Y digo olé tus huevos. Un tío que hace una película cuyo principal objetivo es echar al presidente de Estados Unidos en las elecciones de noviembre. Y es algo tan claro que la película va de unas elecciones a otras. Empieza diciendo que nos han robado algo, que estos cuatro años son un sueño, y termina con un 'no dejes que esta pesadilla siga adelante, acabemos con ella". "Siempre ha existido el cine político", añade, "y el cine crítico, pero esto es de una inmediatez cojonuda. Y a la vez tiene un lado que trasciende esa cosa coyuntural, porque la película habla de la guerra en un sentido amplio, de cómo se engaña a los jóvenes, cómo se les miente y se les manipula para llevarlos al matadero".

Mientras sonoriza El milagro de Candeal, Fernando Trueba está dándole vueltas a varias películas que le han propuesto. "Una de las historias que quiero hacer está situada allá por el año cuarenta en la Francia ocupada, aunque no trata de eso, trata de la vejez, del amor a la vida, del sexo, del arte, de la mujer... Hay propuestas incluso para rodar en América, en Estados Unidos y en la Pampa. Cuando eres joven a lo mejor está muy bien dejarte llevar, y de mayor también, 'vamos a probar esto o lo otro', pero de repente llegas a una edad en la que dices 'es que quiero contar esto, esto y esto, y si me da tiempo más cosas, pero esto, esto y esto no quiero dejar de contarlo'. Así que intentas no dispersarte tanto, contar esas que crees tú que puedes y que vas a saber contar".

"Hay algo maravilloso en el cine. Cuando vas a hacer una película en una determinada época de una determinada cosa te pasas meses documentándote, leyendo material del que luego a lo mejor no usas nada, pero ésa es una época maravillosa que, además, siempre te gusta prolongar. Buscar más libros, leer más cosas, porque vas retrasando el trabajo infinitamente y vas viviendo toda esa época, esa vida, empapándote de todo ello. Me parece la parte más apasionante de hacer una película".

Un momento del rodaje de <i>El milagro de Candeal</i>, en la favela del mismo nombre. Con la cámara, en el centro, Fernando Trueba.
Un momento del rodaje de El milagro de Candeal, en la favela del mismo nombre. Con la cámara, en el centro, Fernando Trueba.GUILLERMO RODRÍGUEZ
Fernando Trueba, en Cinearte, donde se encuentra sonorizando el documental.
Fernando Trueba, en Cinearte, donde se encuentra sonorizando el documental.BERNARDO PÉREZ
Carlinhos Brown, durante el rodaje de la película.
Carlinhos Brown, durante el rodaje de la película.GUILLERMO RODRÍGUEZ

Candeal, un barrio pobre de Salvador de Bahía

Creo que el espectador va a viajar con Bebo", cuenta Fernando Trueba. "La película es el viaje de un hombre mayor a un lugar lleno de niños que, como él, tocan música. Espero que el público tenga esa sensación de vivir, una experiencia más que de mirar algo. Una experiencia en la que se mezclan lo humano y lo musical, una concepción del mundo o una manera de enfrentarse a determinados problemas. La música se convierte en herramienta de transformación y mejora".

Lo que ha hecho Carlinhos Brown en el Candeal, un barrio pobre de Salvador de Bahía, la antigua capital colonial de Brasil, en un trabajo premiado por la Unesco, es contribuir a recuperar la autoestima de la gente, intentar crear empleo a partir de iniciativas artísticas, pero también sociales. Ahora sus moradores disponen de viviendas en mejores condiciones, saneamientos, una escuela de música, un centro de salud... "Lo que más me admira es la constancia de Carlinhos. Porque uno puede un día hacer algo para ayudar a alguien, pero estar ahí durante años, crearte esa responsabilidad y esa complicidad con tu comunidad y tu gente, me parece que eso está por encima de todo", afirma. "Si alguien me pregunta cuál es mi barrio yo diría que es el Candeal. Voy a mi antiguo barrio y no lo reconozco; ni mis amigos viven allí, ni los bares están en su sitio. No tienes barrio. Tu barrio es un recuerdo. Sólo está en tu cabeza, en la memoria. Como tu infancia es un recuerdo. En cambio, el Candeal es un lugar que existe, donde tengo montones de amigos".

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