Prostitutas en Valverde
Alberto Ruiz-Gallardón difundió a bombo y platillo poco antes de su primer mandato como alcalde que tenía un plan. Un plan para erradicar la prostitución del centro de Madrid. El plan de Gallardón era en realidad un plan de movilidad para reorganizar la prostitución. Prostitutas del Este y nigerianas continúan en la calle de la Montera (por supuesto, con sus respectivos proxenetas y clientes al lado), y las suramericanas y los travestis han sido "recolocados" en la calle que Max Aub hizo famosa, la calle de Valverde, y en la de Muñoz Torrero, aquel "padre" de la Constitución de 1812 que ahora, en vez de gritar "Viva la Pepa" desde su placa de la esquina, lanza piropos a las exuberantes prostitutas que prestan sus servicios cada cinco minutos en el hostal de al lado.
Costó mucho rehabilitar la calle de Valverde. Nuevas aceras, árboles, farolas nuevas, tráfico despejado, edificios rehabilitados, nuevos comercios, mejores hoteles, nuevos vecinos... Todo, absolutamente todo, lo ha degradado usted, señor Gallardón, en apenas cinco meses. Sabíamos que usted le tenía ojeriza a su antecesor, pero no sospechábamos que tanta como para echar por tierra lo poco que había hecho.
Su plan ha consistido en dispersar a las prostitutas por la zona, en incluir en el circuito de la prostitución calles que antes no lo estaban, en mantener aburridos como monas a un grupo de municipales que matan el tiempo charlando en grupo mientras los clientes contratan los servicios de las meretrices a sólo un par de metros, en estropear una calle rehabilitada, en cabrear a los vecinos...
Los grandes problemas no aceptan medias tintas. Señor Gallardón, si sus creencias, o las de su concejal de Asuntos Sociales, le impiden regular la prostitución y poner en marcha un plan serio, quédese quietecito, porque sólo ha conseguido empeorar las cosas.
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