_
_
_
_
ZP, en primera persona | HUMOR
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Zp desenfocado

Esta noche he tenido un sueño profundamente terrible: estaba desenfocado, como el personaje de Woody Allen en Desmontando a Harry (creo que el título original era Desconstrutín Jarri, aunque no estoy muy seguro porque mi inglés es veri bad; también en eso soy un español más). En el sueño, alguien me decía, no recuerdo quién, seguramente Jesús, Caldera, por supuesto, no Jesucristo, alguien me decía, y debo ir vigilando esta tendencia a encadenar oraciones subordinadas si no quiero contraer carisma, ya que existe el peligro cierto de irse encandilando con el propio pensamiento hasta que todos pierden el hilo, aunque nadie lo dice, y alguien me decía, decía, quiero decir que iba diciendo yo que me decía alguien: "Jefe, se te ve desenfocao".

Después eran mis hijas: "Papá, ¿qué te pasa? Estás desenfocado". Y Sonsoles: "Es cierto, José Luis, se te ve borroso". Lo peor de todo es que el sueño acababa como el episodio de la película: todos se ponían gafas para verme correctamente. Es decir, no intentaba corregirme yo, sino que obligaba a los demás a corregirse la vista para que me vieran como un ser perfecto. ¡Horror! ¡Narcisismo! ¡Carisma! ¡Hiperliderazgo!

Me he despertado entre sudores, y he preguntado de inmediato por María Teresa, con la intención de recibir unos azotes, si así se juzgaba necesario, y cederle la presidencia del Gobierno durante unos días. Necesito ver a la familia, necesito reencontrarme, jugar a baloncesto, lesionarme, maldecir las vacaciones, desear volver al trabajo, etcétera. Sentirme como un español más. Supongo que es el efecto secundario de ver a Aznar y a Bush. ¿Qué tengo que ver yo con esos tipos? ¿Qué hago yo aquí, en un cursillo de verano para presidentes de Gobierno inexpertos? ¿Para qué quiero la experiencia si con la experiencia no se traen las tropas de Irak, según dijo Felipe González, y yo soy presidente del Gobierno básicamente para traer las tropas de Irak?

Otra pesadilla recurrente que tengo es que, una vez traídas las tropas de Irak, anulada la religión obligatoria en la escuela, resuelto el caso del Yak-42 y neutralizado Urdaci en TVE, los españoles me dicen: "Muchas gracias, esto es todo, nos quedamos con su número de teléfono por si volvemos a necesitarle".

- Por favor, que venga la vicepresidenta primera.

- Lo siento, José Luis -dice Juan Fernando-, pero María Teresa no está en la casa.

- ¿Y va a tardar mucho en volver?

- No, José Luis, no entiendes. María Teresa ha abandonado la casa.

- ¿Y eso? ¿Ya ha encontrado su papel?

- Pues... no exactamente. Pero ha decidido irse y nadie se ha atrevido a llevarle la contraria. Ésta es la última imagen que tenemos de ella.

Me tendió el dibujo de un dragón de siete cabezas.

- Comprendo -le devolví la caricatura.

Me molestaba, profundamente, el mensaje implícito en las palabras de Juan Fernando: la vicepresidenta había abandonado la casa porque nadie se había atrevido a llevarle la contraria. En cambio, a mí sí me podían contrariar. Una cosa es renunciar al carisma y otra que le tomen a uno por el pito del sereno.

- Hola, jefe -entró Jesús en la habitación-, ¿qué te pasa, que se te ve tristón? Bueno, se te ve... ¿Qué te pasa? Te veo desenfocao.

- Ponte las gafas, Jesús, y no des el coñazo.

- Mañanita tenemos. A ver dónde dejé las gafas.

MARIO MARQUERIE

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_