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Pie de foto / 19 de octubre de 2003 | ESTILO
Columna
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La coartada australiana

Juan José Millás

Un domingo nos desayunamos con la fotografía de este señor, a dos columnas, en la primera página del periódico. No sabemos si consiguió ser portada en alguna otra ocasión a lo largo de su vida, posiblemente no, pero es que esta vez no había publicado un libro, se había muerto, y la muerte, entre nosotros, despierta generosidades insólitas. La fotografía (de archivo, por razones obvias) muestra a Vázquez Montalbán en un callejón del Barrio Chino de Barcelona, no tanto en actitud de posar como de ceder el paso al fotógrafo: era así de educado. Al fondo, un inmigrante con una bolsa de basura en la mano hace un movimiento de duda frente al objetivo de la cámara. No sabemos qué lleva dentro de la bolsa, quizá su alma. Sobre el empedrado de la calle destacan tres o cuatro hojas de tamaño folio que quizá se le han caído al escritor como se caen las hojas de los árboles. Hay que tener en cuenta que Manuel Vázquez Montalbán no escribía: exudaba.

Todo, en este retrato, tiene el aire casual ("ponte ahí, que te voy a sacar") de esas fotografías que llenan los álbumes de familia. Si uno hubiese sido la madre del escritor, le habría pedido que se abrochara, por Dios, los bolsillos de esa especie de zamarra que lleva puesta con descuido, o que hubiera dejado en el suelo la bolsa de plástico que sujeta con la mano izquierda, pero en la que quizá también lleve, como el inmigrante que no dejó de ser jamás, su alma. No lo sabemos, no sabemos nada. Como toda fotografía de álbum, se trata de una pieza enigmática, destinada a provocar en el observador más preguntas que respuestas.

En ese sentido, estaba perfectamente elegida para ilustrar la noticia de un fallecimiento también repleto de interrogaciones. ¿Pero por qué se ha muerto este hombre en Bangkok?, nos preguntábamos, de hecho, aquella mañana de domingo mientras dábamos vueltas al café amargo. Alguien que tuviera el don de la obviedad nos habría dicho que porque el avión, procedente de Australia efectuaba una escala técnica en la capital tailandesa. ¿Y qué rayos hacía en Australia un individuo con el corazón roto como un búcaro y pegado con pegamento y medio?

-Había ido a dar unas conferencias.

De acuerdo, había ido a dar unas conferencias, pero eso sólo quiere decir que disponía de una coartada para morir en Bangkok. ¿Habría satisfecho a Pepe Carvalho esta coartada? No es probable. A estas horas, de continuar en activo, la estaría investigando. ¿O acaso es normal que un sujeto prendido con hilvanes a la vida se levante un día, haga las maletas y se largue a las antípodas con la excusa de que le ha invitado el departamento de español de la Universidad de Sydney? Pues no, no es normal. Por otra parte, si no sabemos dónde va un escritor cuando sale a por tabaco, ¿cómo saber a dónde va cuando se marcha a Australia? ¿Elige uno el lugar de su muerte? ¿Sabía el bueno de Vázquez Montalbán, al sacar la tarjeta de embarque, que el sobrecargo de aquella nave se llamaba Caronte? ¿Hay algún hispanista norteamericano investigando el caso? Todo son preguntas.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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