Pues verán ustedes

Sucede que la calle en la que vivo (Argumosa) es a diario un compendio de todas las molestias que pueden producir (y vaya si las producen) los innumerables bares, con sus correspondientes terrazas, que aquí proliferan.

Este año, además, toda la plaza de Lavapiés y parte de las calles aledañas están (no se lo podrán creer ustedes) en obras metrofaraónicas. Pero como todo el ruido, la suciedad, el desorden y la incomodidad que así se generan, sin duda no les parece a nuestros probos regidores suficiente aportación al esplendor y gloria de nuestra impar ciudad, no han vacilado en autorizar la instalación en los primeros días de agosto de una insoportable feria repleta de tómbolas "chochonas", nauseabundos chiringuitos de fritangas varias y otros etcéteras que terminan por convertir la calle en un estruendoso muladar desde las seis de la tarde hasta que el último borracho de la madrugada vomita al lado de cualquier cubo de basura.

Como, por otra parte, yo he oído decir a nuestro alcalde Gallardón que pretendía entablar una lucha sin cuartel contra el ruido, la suciedad, el "caspocasticismo" y otras lacras me encuentro alarmadísimo ante la horrible sospecha de que quizá padezca el síndrome del político que promete solemnemente una cosa y hace luego justo la contraria, sin que se le mueva un músculo de la cara.