_
_
_
_
Pie de foto / EL PAÍS 15 de septiembre de 2003 | ESTILO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Necrológica retroactiva

Juan José Millás

Los mamíferos estamos sobrevalorados, y es lógico. Si Bush fuese gallo estarían sobrevaloradas las aves y la Estatua de la Libertad sería una gallina. Cada uno tiende a defender lo suyo. En los zoos ocupa un lugar privilegiado el gorila no ya por lo que tiene de mamífero, sino por lo que tiene de hombre. Si ser mamífero es un privilegio, ser mamífero y humano es la caraba (¿qué rayos significará caraba?). Esa sobrevaloración es la causante de que el 99% de las fotografías del periódico correspondan a hombres o a mujeres en diferentes poses o actitudes. Sólo muy de vez en cuando aparecen imágenes de ranas o de moscas, y no porque su vida sea menos interesante que la nuestra, sino porque a nosotros nos importan nuestras cosas.

El caso de Copito de Nieve, que en paz descanse, fue especial. Lo veíamos en la prensa casi con la misma frecuencia que a un ministro del Interior y a su muerte consiguió más necrológicas que un escritor. A mí me pidieron una, pero luego no la publicaron porque les pareció poco elogiosa. Contaba en ella que un día fui a Barcelona a visitar al famoso mono y cuando estuve frente a él me ausenté de la realidad durante unos segundos y por un momento creí que yo era el encerrado y Copito de Nieve el visitante. Como el tiempo tiene una dimensión subjetiva, durante esos segundos fui capaz de comprender, en el sentido más profundo de la palabra, lo que significaba pasar toda una vida encerrado tras un cristal blindado, con un neumático de camión para columpiarme. Me dio un escalofrío tal que miré con odio a Copito de Nieve, y tomándolo, ya digo, por un visitante dominguero, le dije:

-Sois unos hijos de puta.

De súbito volví en mí y al contemplar la mirada cansada de Copito, dudé si no había dicho él esas palabras dirigidas a mí y a mi especie. El caso es que me llamó el redactor jefe y me dijo que Copito de Nieve, al que los niños adoraban, no decía palabrotas. Además, había sido muy feliz en el zoo, donde había creado una familia llena de hijos y de nietos. No toleraba, en fin, que yo alterara, en el momento de su muerte, la realidad de esa manera. Comprendí que la felicidad de Copito de Nieve era un asunto de Estado y me callé.

La fotografía está sacada unos días antes de su muerte, cuando el Ayuntamiento de Barcelona decidió hacer pública su enfermedad (un cáncer de piel) para dar al público la oportunidad de que se despidiera de él. Mientras los niños y los adultos hacían cola para decirle adiós, Copito de Nieve bostezaba. A veces se rascaba el tumor que se había desarrollado en su axila derecha y luego se chupaba los dedos. El director del zoo, fiel al decreto de la felicidad, aseguró que Copito no sólo no sufría, sino que estaba pasando los momentos más dulces de su vida, disfrutando de la compañía de los suyos. Parecía que hablaba de un jefe de Estado retirado. Las autoridades aseguraron también que no prolongarían su vida artificialmente porque el objetivo era que el gorila tuviera una muerte digna que ya la quisiéramos para usted y para mí. Todos estos cuidados, de haber sido ovíparo, habrían resultado impensables. Además, ¿se habría atrevido un periódico a pedirme la necrológica de una gallina?

CARMEN SECANELLA

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_