Reyes ha vuelto
Estévez revive viejos tiempos con una gran victoria en los 1.500 metros sobre Fernández e Higuero
Reyes ha vuelto. Estévez, el atleta más polémico de los últimos años en España, ganó ayer de forma magistral los 1.500 metros, la prueba más emblemática, y lanzó nuevamente su carrera hacia las metas que perdió hace años por su especial carácter. Lejos quedan los tiempos, exactamente cuatro años, en que la federación le excluía de los Juegos de Sidney por considerar que no estaba en la forma adecuada. Ayer se tomó una revancha espectacular y derrotó en toda la línea a los dos rivales que le podían disputar la supremacía en la distancia: Álvaro Fernández, el recién llegado, y Juan Carlos Higuero. El cuarto en discordia, José Antonio Redolat, tras una mala temporada, no pudo estar a la altura debida en el momento decisivo, cuando aún le podía caber la esperanza de ir a los Juegos. Lo harán Estévez, Fernández e Higuero.
Precisamente fue Redolat el que pronto quiso colocarse en cabeza. Fue un buen síntoma, pero también un espejismo. Le siguió inmediatamente Estévez y sólo instantes después Higuero, que estaba picado desde las semifinales del sábado con el catalán. El burgalés sacó el codo cuando Estévez le iba a pasar en la recta final y éste le hizo un gesto de enfado, como diciéndole que para qué hacía eso. Luego explicó que llegó a comentarle: "¡Sólo voy a pasar yo. ¿Por qué te preocupas?". Debió de ser otro síntoma de lo que iba a suceder en la final. Sólo él pasó a todos.
En cuanto Fernández se incorporó a la cabeza del grupo, con Estévez e Higuero, el tren se avivó y Redolat se fue perdiendo en la cola poco a poco, como desangrándose. Sólo Sergio Gallardo, un atleta sin márca olímpica mínima, pero con la cuarta del año, tras el trío de estrellas, seguía detrás. Pero la carrera ya era un juego de los favoritos. Fernández e Higuero entraron mandando en la recta final, pero ya dio toda la sensación de que a Estévez le sobraban las fuerzas. Incluso pareció que se retenía a falta de 200 metros, en plena curva, porque su zancada y su motor le daban sobradamente para atacar antes. Pero esperó y, con su carácter tan particular, no se molestó en ir por fuera. Encontró el pasillo fácil por dentro, cuando Higuero se abrió, y se fue imparable.
De todas formas, la cruz para estas buenas noticias dadas por Estévez es que el kilómetro y medio está ya tan caro en la élite que las mayores esperanzas españolas en Atenas pasarán por que los tres se metan en la final y allí se produzca un milagro que ilumine el podio. El sábado, como queriendo decir que no le había pasado nada en julio, el marroquí Hicham el Guerruj hizo otra de sus demostraciones asombrosas en la reunión belga de Heusden. Se unió así, de nuevo, al carro de enormes favoritos, junto a toda la armada africana, especialmente los kenianos, que, ante la carrera olímpica, tienen esta vez como hombre más fuerte a Bernard Lagat. Precisamente su exhibición, con mejor marca mundial del año (3m 29,21s), hace diez días en París fue superada una semana después por El Guerruj, que hizo tres centésimas menos, pero con el gran mérito de hacer la carrera él solo, recuperando los fallos de las dos liebres kenianas, Vincent Kemboi y Laban Rotich, más lentos de lo pedido por el marroquí en los pasos lanzados de 800 y 1.200 metros. Era su primera carrera después de tres semanas en paro y se esforzó en probarse y en hacer olvidar su derrota de la reunión de Roma, en julio, donde únicamente fue el octavo, aquejado de problemas respiratorios que hacían peligrar incluso su participación en Atenas.
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