La emperatriz del pimpón
Hela aquí, envuelta en un ligero vestido negro, con flores y pájaros, de falda corta y bordes transparentes, con el cabello ondulado, rasgado por alguna mecha dorada, y una amplia sonrisa. Hela aquí, irrumpiendo en la sala sobre sus piernas torneadas, como quien se lanza a la pista para jugar uno más de tantos partidos que durante siete años la situaron en la cumbre del pimpón mundial.
Un metro y 49 centímetros de altura rebosantes de energía. Un cerebro veloz y luchador, un "espíritu indomable", dicen quienes la conocen, que la convirtieron en la reina del deporte chino por excelencia durante la década en que formó parte del equipo nacional, antes de retirarse, a los 24 años, consciente de que había ganado todo lo que se podía ganar, para sumergirse en la Universidad.
Un metro y 49 centímetros de altura rebosantes de energía. Un cerebro veloz y luchador, un "espíritu indomable", dicen quienes la conocen
La difusión entre sus habitantes y el engrasado sistema piramidal de selección de un deporte, impulsado por Mao, han hecho del país asiático la primera potencia
"Yo no jugaba sólo por mí, jugaba por mi país. Cuando tienes a 1.300 millones de personas detrás, apoyándote, todo es más fácil. Ganas por ellos", dice Deng Yaping
"Pero la historia detrás de todo esto no ha sido fácil", dice Deng. Porque mientras el cuerpo de sus compañeras crecía a medida que ascendían en el mundo del pimpón, ella seguía siendo de pequeña talla. "Al principio no me aceptaron en el equipo provincial por ser demasiado baja", explica. Tras ganar con tan sólo 10 años varios títulos, fue rescatada por la escuadra provincial.
En 1988 se hizo con el campeonato chino en dobles y quedó segunda en individuales. "Vencí a muchas jugadoras mayores que yo y me hice bastante conocida". Pero estas victorias no le abrieron automáticamente la puerta del elitista equipo sénior. Su mayor enemigo era ella misma. "Sólo uno de los cinco técnicos del equipo femenino estaba a favor de que entrase. 'Ni hablar, no será buena', decían los demás", cuenta con una sonrisa. "Hasta que en la tercera reunión, Zhang Xie Lin, el jefe de los entrenadores -un ex campeón mundial-, volvió a insistir y les dijo que ser baja tenía ventajas. Podía ver la pelota más alta y atacar todo el tiempo en lugar de defender. Y en el tenis de mesa, lo más importante es la velocidad y el ataque, llevar la iniciativa". Deng fue admitida. Tenía entonces 15 años.
Zhang, quien durante más de 20 años dirigió el equipo, no se equivocó. A partir de ahí comenzó la era Deng Yaping. Hasta que se retiró, en 1997, ocupó un año tras otro el primer puesto de la clasificación mundial.
Velocidad y mente
Pekín, una de la tarde. A la orilla del lago Houhai, un padre y su hijo juegan al pimpón en un pequeño parque. La pelota repiquetea sobre el mármol agrietado, mientras los vecinos de este antiguo barrio pequinés hacen ejercicio bajo la brisa que sopla entre los sauces llorones. Xu Jian Hua, de 43 años, mira a la pareja y dice: "Cuando yo era niño, todos jugábamos al pimpón. Era el deporte más popular. Y mientras estuve en el ejército, en los años ochenta, había continuamente competiciones. Es un deporte en el que hay que entrenar tanto el cuerpo como la mente. Deng Yaping era una jugadora muy inteligente, de reacciones rápidas; sabía atacar y defenderse, colocaba la pelota en el lugar exacto".
El fácil acceso de los ciudadanos al tenis de mesa -rara es la escuela o el pueblo donde no hay aunque sea una superficie de cemento con ladrillos haciendo las veces de red- es uno de los factores que explican el dominio chino en esta disciplina desde los años sesenta. "No se precisan grandes instalaciones y el equipo no es caro. Además encaja con la forma de pensar china: es veloz y mental. Tienes que batir a tu oponente, no a ti mismo, a diferencia de la natación o el atletismo. Y en China tenemos esta tradición histórica, utilizar la mente para vencer al contrario", dice la campeona, quien cita el libro de estrategia militar El arte de la guerra, de Sun Tzu.
La amplia difusión entre sus habitantes y el engrasado sistema piramidal de selección (local, provincial y nacional) de un deporte que fue impulsado por Mao Zedong han hecho del país asiático la primera potencia. Sus jugadores copan los principales puestos en los torneos. El pimpón nació en el Reino Unido a finales del siglo XIX como alternativa de interior al tenis. De allí pasó a Estados Unidos y Japón, y de aquí, al gigante asiático.
"China es un gran centro de producción de jugadores. Nadie tiene una fábrica igual de talentos. Ésta es la clave", afirma Wang Bin, de 55 años, uno de los responsables del club Wan Quan, situado en un colegio a pocos minutos de la Universidad del Pueblo (Renmin). "Recuerdo los ojos feroces, de tigre, de Deng Yaping durante las competiciones", dice, mientras el castañeteo veloz de las pelotas naranjas impactando en las 10 mesas que se reparten por el gimnasio se superpone a sus palabras. "Llegar a la cima es muy duro. Ella representa el espíritu del pueblo chino. Nunca darse por vencido", añade Yang Qiu Ping, una ex jugadora profesional que comenzó a los seis años y se retiró a los 16 por problemas de salud, y que sigue practicando con asiduidad. En la pared del gimnasio, un eslogan reza: "Lo primero es la amistad; después, la competición".
En 1997, tras lograr por tercera vez el campeonato mundial en simples y dobles, se retiró.
"Cuando estaba en el equipo nacional, la vida era muy dura. Nuestra ambición era ser campeonas olímpicas y mundiales. Pero no era fácil, había una gran competencia. Había que ser muy fuerte física y mentalmente. Y una vez que llegabas, mantenerte era mucho más difícil. Si no eres lo suficientemente bueno, otro ocupa tu lugar", dice. "Pero yo no jugaba sólo por mí, jugaba por mi país. Cuando tienes a 1.300 millones de personas detrás, apoyándote, todo es más fácil. Ganas por ellos".
Deng Yaping. Deportista
Nació el 5 de febrero de 1973 en Zhengzhou, capital de la provincia de Henan, de padre entrenador de pimpón y madre obrera. Comenzó a jugar al pimpón cuando tenía cinco años. A los 10 ingresó en el equipo provincial como profesional y recibía un salario del Gobierno; a los 14 pasó al equipo nacional júnior. Un año después alcanzó el sénior. En la actualidad trabaja en el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, en el departamento de mercadotecnia. En 1999 fue elegida la mejor deportista del siglo XX en su país y es una de las personas más populares en China. Ha sido diputada de la Asamblea Popular Nacional y ahora pertenece a la Conferencia Consultiva Política. Es doble medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 y de Atlanta 1996. Posee 18 títulos olímpicos y mundiales individuales y por equipos.
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