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VISTO / OÍDO
Columna
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El cepo del tonto

"Antes tontos que mentirosos", dice el buen editorial de este periódico, ayer. Debe apurarse la frase: quién fuera filósofo. Los términos no son incompatibles: se puede ser las dos cosas a la vez. Tonto es quien se encuentra en una situación tonta, suelo decir, sin excluir que sea inteligente; mentiroso es quien vive en una mentira. La política activa, profesional, empezó a volverse tonta y mentirosa en las democracias cuando adoptaron medios y sistemas de las dictaduras: partidos verticales, listas cerradas, disciplina de voto, propaganda. Comenzó a pasar en el mundo a partir de la guerra de los imperios que solemos llamar II Guerra Mundial: quisieron asumir su eficacia. En España las transiciones vienen con el retraso correspondiente: la II República aún quiso ser un régimen libre, inteligente, abierto. No hay más que leer las actas de las sesiones de Cortes para darse cuenta de que aquéllos no eran tontos; ni la izquierda, ni la derecha. Hay que leerlas directamente, no las falsedades con que fueron relatadas, porque con Franco vino, apresurada, la mentira grande. Ya estaba por aquí, pero se entronizó. Franco también fue muy tardío, después de la llegada de Hitler y de Mussolini, que le ayudaron como Bush a Aznar (y Eisenhower y Churchill a Franco). Esta cuestión de las colonizaciones políticas de España merecería un estudio largo. Cuando la mentira es tan grande como la de Hitler o Franco, supera ya la tontería, pasa a ser crimen, el cual hace su coyunda con la censura, engendran monstruos. Todos somos mentirosos, ya que no deseamos ser cadáveres; y no todo el mundo tiene derecho a ser cadáver. Murió -un poco- Franco: la transición fue algo de su obra, todos mintieron para llegar a la Constitución, llena de contradicciones: si no la tocan es porque esas contradicciones estallarían, y aparecerían como tonterías y mentiras. A partir de ahí, y de las necesidades de servicio a los belicosos Estados Unidos y su Europa de OTAN y neoliberalismo, todas las situaciones son mentira, y todos los ejercicios de explicar son tontos.

Aquí no quedan más líneas. El bravo editorial se refería a la estrategia del Grupo Popular. Fue el que más lejos quiso llevar la imitación a las dictaduras, a las copias del poder absoluto. Es éste el que más mintió, y la mentira engendra mentira, y la tontería, imbecilidad. Es interesante ver cómo se atrapan a sí mismos. Más se agitan, más les muerde su cepo.

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