Un bosque de mástiles en la bahía
Puerto Sherry renace, tras una gestión desastrosa, en el litoral gaditano
Si está en la bahía de Cádiz, no deje de pasarse por aquí. Puerto Sherry es una de las mejores instalaciones náuticas de Europa, pero es, además de eso, un pequeño hábitat pensado para disfrutar del mar. Tanto si es usted un viajero ocasional atrapado por el incombustible encanto del mar, como si es un experto navegante dispuesto a enfrentarse a las olas en campo de regata de la bahía de Cádiz, único en el mundo por su dinámica de vientos, aquí se encontrará a gusto.
Puerto Sherry está situado en el corazón de la bahía, en la privilegiada costa de El Puerto de Santa María. A pesar del crecimiento urbanístico experimentado por la zona, el enclave aparece aún en el horizonte del viajero como una pequeña ciudad aislada, blanca y con edificios de corte futurista que recortan el azul del cielo.
La pequeña ciudad tiene un hotel de cinco estrellas que dispone de piscinas cubiertas y terrazas junto al mar. Un club náutico, que organiza las actividades de la temporada, una zona de tiendas con bares y restaurantes. Y, sobre todo, una enorme dársena con 788 atraques simultáneos.
En estos días Puerto Sherry esta casi lleno. La Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz, asegura que esta temporada ha alcanzado niveles de ocupación nunca conocidos. "Estamos casi al 90% de nuestra capacidad total", asegura el presidente del ente portuario, Rafael Ibarra. La instalación comienza a despegarse de la quiebra económica de sus anteriores propietarios, que obligó al cierre de instalaciones. Ahora, el centro vuelve a mirar orgulloso al mar.
La marina de Puerto Sherry es un bosque de mástiles con veleros de toda condición. Algunos apenas si alcanzan los 4 metros de largo, aunque el dique puede recibir a embarcaciones de hasta 50 metros de eslora. Los que arriban ya no son curtidos lobos de mar sino sofisticados navegantes, con motivaciones distintas. Por lo que se les oye contar, la soledad del mar, la emoción de la pesca y la aventura del buceo suelen ser las más habituales.
Carlos Zapata, segundo jefe de puerto, lleva años recibiendo a los navegantes y compartiendo con ellos problemas y alegrías. Dice que está perdiendo la práctica de navegación en solitario, aunque, a veces, aparece alguno, "que atraca para repostar, habla poco y se queda en su barco por la noche". Zapata recuerda la experiencia de una familia de Jerez, que tras años de pequeñas travesías, decidió dar la vuelta al mundo. El padre de familia, Antonio Díaz Romero, embarcó a su esposa y sus dos hijos, de 3 y 5 años, para circunnavegar la tierra. "Llegaron tres años después de la partida, con el objetivo cumplido", recuerda.
Pero también a Puerto Sherry llega gente de secano. El director del hotel, Eduardo Pérez Ayuso, asegura que la instalación es "perfecta para los que buscan un sitio tranquilo, apartado y cómodo". Ayer llegaron dos empresarias catalanas con la intención de "no hacer nada mas que pasear y apagar el teléfono móvil". Descubrieron el hotel el pasado invierno y lo tienen ya como destino fijo en sus fechas de vacaciones. Por la mañana, el hotel parece Babel. Ayer se hablaba en ingles, portugués, francés, catalán y español, pero eso, hoy, puede cambiar.
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