Megalomanías
Empiezo a ver la etapa cuando aún estoy digiriendo la noticia del día: "Aznar pagó a un lobby dos millones de dólares para que entre otras cosas favoreciesen la concesión de la medalla del Congreso de EE UU". Impresionado aún y haciendo cuentas mentales de cuánto dinero es eso (un millón seiscientos mil euros, es decir, unos 265 millones de las antiguas pesetas) y qué podría hacer con yo con él, empiezo a fijarme en los integrantes de la escapada: Txente, Flecha, mi compañero Mercado, un Crédit, un Cofidis y un Rabobank. Mercenarios ante su última oportunidad.
Siguiendo el hilo me empiezo a hacer preguntas: ¿cuánto pagaría Flecha para que le concediesen la medalla de honor como rey de las escapadas de este Tour? Leo las declaraciones del señor Carod-Rovira: "Alguien que paga para que reconozcan su capacidad personal queda retratado". Es verdad (me digo) supongo yo que Flecha estará de acuerdo, aunque no por ser ambos catalanes deberían estarlo; él ha cogido tres escapadas buenas en esta edición, así que ¿por qué va a tener que pagar si ya ha demostrado de todo lo que es capaz (lo bueno y lo malo) sobre la carretera? ¡Que paguen ellos si quieren!
¿Y Armstrong? ¿Cuánto pagaría el americano para que los aplausos de los aficionados fuesen unánimes sobre su persona? Leo entonces lo que declara una diputada del PNV: "La megalomanía del señor Aznar es más llamativa que la posible mala utilización de los fondos públicos; considero lamentable la necesidad de Aznar de que le homenajeen", y me paro a reflexionar sobre la megalomanía inversa del corredor americano. Es curioso; el del bigote, un español que desea ser reconocido en EE UU. Y el de Armstrong, un americano que desea ser reconocido en Europa. La verdad es que los delirios de grandeza son inexplicables en sus deseos, y nadie está contento con lo que tiene.
Leo ahora a Labordeta, que declara sentirse "avergonzado como ciudadano español por este acto de indignidad del ex presidente". Eso es, eso mismo es lo que debería sentir Armstrong después del incidente protagonizado ayer con su amigo Simeoni, cuando se metió en una guerra que no era la suya (interesante el paralelismo con el señor Aznar) como represalia contra éste por unas declaraciones efectuadas con respecto al dopaje.
Gana Mercado en un apurado sprint sobre Txente. Así que me digo que, de todas maneras, señor Aznar, no debe usted preocuparse aunque ya no esté en el Gobierno. Visto lo visto en la etapa de ayer, podemos concluir que España sigue yendo bien, a pesar de que usted no tiene aún su tan deseada medalla.
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