Presidente Borrell

El socialista Josep Borrell se convirtió ayer en el tercer español que es elegido presidente del Parlamento Europeo gracias al pacto entre su familia política y los populares. Juntos suman 468 de los 732 escaños de la presente Eurocámara, la mayor en su historia desde el ingreso de diez nuevos países. Borrell será presidente durante la primera mitad de la legislatura; la segunda la dirigirá el democristiano alemán Hans-Gert Pöttering. La victoria es holgada (388 votos), pese a que hubo bastantes deserciones en las filas conservadoras. Este tipo de acuerdos poco presentables se ha venido repitiendo desde 1979, aunque se rompió en la pasada legislatura merced a una entente de última hora entre populares y liberales.

El triunfo de Borrell es fruto de los complejos equilibrios que siempre han caracterizado al Parlamento Europeo. El ex ministro socialista no tiene demasiada experiencia europea, aunque ha dedicado buena parte de su actividad política de los dos últimos años a la Convención que redactó el borrador de Constitución de la UE. Es un político de larga experiencia de gestión que ha pasado una larga travesía del desierto y que tiene ante sí una tarea menos partidista que como diputado en Cortes.

Los dos años y medio de su presidencia tienen objetivos importantes: la ratificación del tratado constitucional, la suerte de la negociación sobre el ingreso de Turquía y el presupuesto europeo 2007-2013, sobre el que ya se atisba una fuerte batalla. Pero aun siendo importantes esos hitos, el presidente Borrell y las demás euroseñorías tienen ante sí el deber de dar a su labor un prestigio del que carecen ante la ciudadanía, indiferente y a la vez crítica (por las múltiples prebendas que el puesto comporta) de un órgano que goza cada vez de más poder frente a las otras dos principales instituciones comunitarias: la Comisión y el Consejo de Ministros.