De escapada
Tómenme en serio por favor, que voy a hacer una propuesta a los señores académicos de la Real Real Academia Española (RAE), y para esto hace falta ser rigurosos. Ayer en el Tour se corría una de esas etapas típicas de ídem, una de esas denominadas como de transición en las que la norma dicta que la resolución de la etapa sea a modo de escapada. La lógica no falló, y la victoria fue para uno de los corredores escapados que consiguió a su vez escaparse del anterior grupo de escapados. Esto, que así contado puede parecer difícil de entender, es cómo no, aún más difícil de hacer. Pues al ya de por sí artificial hecho de estar en equilibrio y lanzado con velocidad sobre dos finas ruedas enganchadas a cuatro hierros mal soldados, hay que sumar que hay que ser o más fuerte, o más hábil, o más zorro que los demás -o todo a la vez, o que se te aparezca la virgen, que también puede ser- para conseguir marcharse en solitario hacia la victoria.
Ahora bien, si te escapas ¿qué consigues aparte de un buen sofocón? Bueno, pues según la RAE primero consigues integrar la escapada que es en sí misma la acción de escapar o salir deprisa y ocultamente. Hasta aquí de acuerdo, sobretodo en lo de deprisa, porque lo de oculto está más que complicado cuando se realiza por mitad de la carretera y a plena luz del día. Por cierto y aunque no venga a cuento señor juez: sí, está usted en lo cierto, se han escapado con premeditación y alevosía, gracias.
Pero también dicen que consigues abandonar temporalmente las ocupaciones habituales, generalmente con objeto de divertirse y distraerse, y por ahí sí que ya no paso. Vale que algunos, como Igor González de Galdeano, Aitor González o incluso -cada vez menos- Botero no estén en sus ocupaciones habituales. Está bien, las circunstancias les han conducido a esto, pero... ¿con objeto de divertirse y distraerse? No, por aquí es por donde no paso.
Si yo entiendo que después de ver cómo actuamos hacia ciertas cosas haya gente que nos tome por tontos, si en el fondo es lógico y a nadie debería extrañar. Pero de ahí a que no se nos ocurra nada mejor para divertirnos que escaparnos hay un mundo. No, nosotros nos escapamos por necesidad, señores académicos. Por diversión cantamos, comemos, sonreímos, jugamos, hablamos, miramos, incluso estando en casa hasta pedaleamos. Pero escaparnos no, se lo aseguro, por mucho que me gustaría que tuviesen ustedes razón.
Pedro Horrillo es corredor del Quick Step.
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