Irse
El 99,6% de los delegados del PSOE de Andalucía han elegido por cuarta vez consecutiva a Chaves como secretario general. Diez años lleva al frente de la organización. Y curiosamente este es el congreso en el que más votos ha cosechado. La familia socialista estará encantada. Por muy democráticos que digan ser, los partidos políticos no soportan la disidencia, que es la piedra de toque de la democracia. Prefieren la unanimidad, aunque la unanimidad sea cosa de sectas o de agrupaciones fascistas, en las que todos los miembros están unidos por el mismo interés o por el mismo miedo. Los partidos, todos, huyen de los heterodoxos y de los críticos como de la peste. Fíjense: ha bastado que un militante del PSOE expresara su disconformidad con no sé qué repartos de poder para que los organizadores de este congreso se echaran a temblar. ¡Ay, Dios mío, que hay uno en Sevilla que no está de acuerdo con lo que dice Chaves!
La unanimidad y la permanencia de la misma persona en el mismo cargo durante diez años es siempre sospechosa y sobre todo insalubre. ¿No sería mejor que el proceso de rejuvenecimiento que ha emprendido el PSOE alcanzara también a Chaves, y que éste en un rasgo de generosidad no esperara a los 65 años para marcharse? Este habría sido un buen momento para anunciar su retirada. La excusa que siempre se pone -el riesgo de perder las elecciones si Él se va- es remota. Con Arenas al frente, el PP no ganará jamás en Andalucía; y el PSOE puede permitirse varios años de incertidumbre. ¡Pero qué iluso soy! Una empresa que lleva 22 años repartiendo beneficios entre sus accionistas no deja escapar así como así a su director general.
¿Habrá que esperar entonces a que el PSOE pierda las elecciones para poder ventilar la casa? Pues vamos listos, porque el PP es una piltrafa. Y además nada garantiza que los responsables de una derrota electoral dejen los sillones motu proprio. Generalmente hay que echarlos. Y si no, miren lo que está pasando en el PP de Almería.
Aquí los populares están divididos en dos bandos: el bando de los que año tras año ganan elecciones (con Juan Enciso, el alcalde de El Ejido, como líder indiscutible) y el bando de los que las pierden (con el actual alcalde de la ciudad, Luis Rogelio Rodríguez-Comendador, a la cabeza). Lo que saca de quicio a los encisos es que quienes dirigen el partido sean precisamente los perdedores, apoyados por dos insignes maletillas: Javier Arenas y Rafael Hernando, degradados hasta en su propio partido.
Para que no los echen, los perdedores han hecho ademán de marcharse. El enjuague ha consistido en sustituir en la presidencia a Comendador por Gabriel Amat, el alcalde de Roquetas. Pero los muy pillos han mantenido en puestos de poder a unos cuantos perdedores cuando lo lógico, lo generoso, lo que piden los encisos, es que se retiren y dejen paso a gente más capaz que los Arenas, Comendador, Aguilar, Hernando y compañía, cuyo mérito más notable consiste en haber contribuido al desmesurado éxito del PSOE en Andalucía y a que el PP se haya ido definitivamente al carajo.
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