Pájaros muertos
Los críticos literarios suelen quejarse de que ya no se cuentan historias como las de antes y de que los escritores actuales abusan de la banalidad y de los temas intrascendentes.
Títulos
En la televisión podrían encontrar una fuente de inspiración. Los concursantes de La casa de tu vida, por ejemplo, dan mucho juego y cualquier literato podría extraer oro de sus vidas. Los más literarios forman parte del entorno de Mónica y David, ex novios sin derecho a roce, momentáneamente separados, con un padre-suegro irascible, a sueldo de A tu lado. Es una persona de principios, propensa al sermón. Se llama Rufino y tuvo un subidón agresivo en Tele 5, donde insistían en filmarle por los pasillos, más allá del plató, una práctica que se convertirá en moda. Los responsables de subtitular las imágenes escribieron: "El brote de ira de Rufino", el título perfecto para un drama rural. Su hija Mónica le defendió y contó que las críticas de una pariente que llamó para insultarlo no deben ser tomadas en cuenta porque es una mentirosa que les deja pájaros muertos en el buzón. Otro título precioso: "Pájaros muertos en el buzón".
Verdad
Que la tele estrene un programa llamado La hora de la verdad (Antena 3) puede parecer un sarcasmo, pero es una manera de admitir que el resto de las horas podrían titularse Vamos a contar mentiras. El espectador enseguida se da cuenta de que la verdad tampoco nos será revelada y que asistiremos a una feria basada en dilucidar los secretos de entrepierna de gente anónima. Esta democratización de La máquina de la verdad soluciona grandes intrigas, como la hombría de un bípedo al que su entorno acusa de ser gay o la paternidad de una hija que duda sobre su ADN. El veredicto de los laboratorios fue concluyente y la madre (a la que ya habíamos visto explotando el mismo caso en El diario de Patricia) no supo si reír o llorar mientras el falso padre se encogía de hombros y la falsa abuela reclamaba sus legítimos derechos. Al ver semejantes sujetos, te asalta la duda de si son grandes actores o pobres mortales que, como todos nosotros, se buscan la vida.
Comisión
Alicia Senovilla, presentadora del invento, podría escribir sus memorias sobre su periplo televisivo. Después de El castillo de las mentes prodigiosas, cualquier cosa le sabe a poco y, aunque intenta interesarse por las discusiones que desfilan por el plató, no se la ve tan fascinada como con los extravagantes videntes. Adulterios, mentiras, la misma viscosa materia prima que alimenta el resto de programas, sale a relucir con el envoltorio de verdad. Senovilla y su equipo deberían trasladarse a la comisión parlamentaria sobre el 11-M y que el polígrafo dictaminara si las víctimas merecen tanta política basura. A algunos testigos se les protege deformando las imágenes por razones de seguridad. A otros deberían protegerles por razones de vergüenza.
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