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Reportaje:AIRE LIBRE

De pino a pino, como Tarzán

Una aventura en Guadarrama

Los privilegiados bosques de pinos silvestres de la cara segoviana de la sierra de Guadarrama acogen desde hace unas sem

anas un parque acrobático de Aventura en los Árboles. Una innovadora propuesta de turismo activo, que Marie Sylvestre y Rubén López, dos enamorados de los deportes de aventura, han puesto en marcha a varios metros del suelo en los pinares de Navafría.

¿Quién no ha sentido las ganas de lanzarse de un árbol a otro colgado de una liana? ¿O la curiosidad por experimentar el vértigo y el impulso de trapecistas y volatineros? Pues esto sólo es una parte de las sensaciones que ofrece a pequeños y grandes aventureros este curioso mundo arborícola trenzado de cuerdas y plataformas. Con el escenario que ofrece el Área Recreativa del Chorro, enclavada en uno de los pinares mejor conservados de la sierra guadarrameña. La iniciativa propone moverse por el bosque a unos cuantos metros de altura, con desplazamientos de pino a pino a través de tirolinas, saltos de Tarzán, lianas indianas, troncos locos, balancines de chimpancé, toneles y una lista de 62 juegos y pruebas diferentes.

Un verdadero reto

El parque dispone de cuatro recorridos de dificultad creciente: pequeños aventureros, diseñado para niños a partir de siete años; exploradores, con un poco más de complicación y un límite inferior de edad de nueve años; aventureros, donde las pruebas ya se empiezan a poner peliagudas, y aunque es apto a partir de 11 años, algunos adultos llegan a plantearse en medio del recorrido si serán capaces de terminarlo; y, por último, un verdadero reto para los más osados, donde equilibrio, fuerza y concentración son imprescindibles. Para cada itinerario se requiere una media de tiempo de una hora.

El aventurero comienza su hazaña mientras trepa por la escalera que le sube a la primera plataforma pertrechado con un arnés, dos cuerdas con mosquetones de seguridad y una polea. El primer paso al comienzo de cada recorrido es asegurarse enganchando los dos mosquetones a la llamada línea de la vida, un cable de acero de color rojo que acompaña los itinerarios de principio a fin, y que evita cualquier accidente. A partir de aquí, el control de sí mismo, el dominio del vértigo y el afán de superación serán los que marquen el camino.

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