Cuando las leonesas no podían fumar
"Ni cristiana ni española. Aunque sobre tu pecho ostentes la Cruz de cristo y la insignia de la Patria, si llevas este verano un vestido escandaloso, sin mangas, con escotes provocativos, con estrecheces inmorales, tenemos derecho a pensar que no eres ni cristiana ni española porque te ríes de la Iglesia que te llama y te burlas de nuestros hermanos que luchan, de nuestros heridos que sufren y de los muertos en campaña por tu vida y por tu honor". Esta tirada sería una buena estampa de ética-ficción si existiese el género y si no fuera una nota aparecida en El Diario de Ávila en 1938, en plena expansión de aquella eufemística Cruzada convencida de que la "inmoralidad" en las costumbres de la mujer era "el camino real por donde entran en los pueblos todas las servidumbres y todas las ruinas". Ese mismo espíritu es el que dicta una orden del gobernador civil de León en el que se exige: "1. Honestidad en los vestidos, sin exagerar los escotes, faldas y mangas. 2. Suprimido radicalmente el 'sin medias'. Más vale llevarlas zurcidas que ir sin ellas. 3. Reducir al mínimo las pinturas en la cara y en los labios y lo colores impropios en el cabello. 4. Suprimido el fumar entre las mujeres leonesas". Tan integrista como suena. A un tiempo de, efectivamente, integrismo religioso, político y moral ha dedicado estas seiscientas páginas Carlos Sánchez-Reyes de Palacio (Salamanca, 1939), cuyo trabajo tiene la virtud de recuperar, a partir de un lugar concreto, la memoria de dos décadas marcadas por la evolución de la dictadura de Franco desde la represión hasta el final del aislamiento internacional. Y lo hace acudiendo a la prensa, a los documentos de la época y a la memoria de su propia familia. Las hemerotecas retratan sin piedad un tiempo que tampoco la tuvo: purgas contra los maestros de la Institución Libre de Enseñanza, persecución de todo lo que oliera a liberal o a República y un antisemitismo rampante que lleva a proponer a uno de los profesores del Seminario abulense que se entre "a mano armada en las naciones dominadas por la bestia judía, para exterminarla, como estamos haciendo en España". Por su parte, la memoria del autor acompaña esta inmersión en el corazón de la intolerancia y sirve para darle el calor del testimonio personal y el valor del contraste: su madre, nacida en 1895, fue una de las primeras universitarias de España. Y el autor recuerda cómo tenía que acudir a la facultad acompañada de una fraülein alemana y esperar en el cuarto de los bedeles la llegada del profesor para entrar en clase. Aun así, vendrían días peores.
ÁVILA... CUANDO EMIGRABAN LAS CIGÜEÑAS (1935-1956)
Carlos Sánchez-Reyes de Palacio
Graymo. Madrid, 2004
624 páginas. 12 euros
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