Un cuentecito

Mientras veía la etapa me invadía la sensación de que la historia ya me la contaron. Sí, quizá en la misma guardería. Entonces los protagonistas eran otros y el contexto diferente, pero eso sí, el final era siempre el mismo....(Música de arpa, niebla y nos introducimos en un dulce sueño).

Voz en off: Erase una vez tres amigos que se fueron de excursión a pasar el día en bicicleta. Bueno, en realidad no eran tres, eran muchos más, pero estos tres eran más inquietos y curiosos, y decidieron ir un poquito más rápido que los demás. ¿Porqué vamos a esperar a los demás si otras veces son ellos los que no esperan?, se dijeron. Conocemos bien el camino, así que ya nos juntaremos más tarde a la hora de la cena. A decir verdad, más que amigos eran compañeros, pero tiempo tuvieron para intimar y contarse sus cosas. Descubrieron así que uno de ellos era veterano: yo ya estuve en una de éstas el año pasado, en Toulouse, y vaya si me lo pase bien tirando flechas, les dijo. Sí, me lo contaron, le decía el otro, por eso que yo me he apuntado este año, porque me han dicho que es muy divertido y hoy lo veré con mis propios ojos. Mientras tanto el otro, que parecía más callado y reflexivo dijo algo para no quedar fuera de la conversación. Parece extranjero, pensaron los otros ante su acento. No intuían que tras sus breves comentarios había escondida una certeza de derrota. Yo no debería estar aquí, eran las cinco palabras que torturaban su silencio.

¿Por qué no hacemos una carrera? Propuso el experimentado que ya empezaba a aburrirse del monótono pedalear. Vale, dijo el joven picando con sarna en el anzuelo. Mientras el tercero, pasivo, asintió con desgana. Bien, dijo el primero, pero gano yo que soy el más listo y podré así decir que os he ganado por mi experiencia. No, dijo el joven, gano yo porque soy la fuerza de la juventud. Vete por ahí, se enzarzó el primero, que yo tengo el instinto de mi sabiduría, y eso no lo podrás tú superar. ¡Ja! Rió con desprecio el otro, ¿sabiduría tú?, no me vengas con ésas, tu no eres listo, eres listillo. ¡Listillo yo!, un respeto chavalín... y así es como empezaron a discutir. Por eso que nuestro tercer amigo, que había permanecido al margen, viendo que la cosa no iba con él, se acordó entonces del viejo refrán castellano, y decidió marcharse rápidamente antes de que la cosa se volviese contra él.

Así es como nuestros amigos se quedaron solos y dejaron de ser amigos para siempre jamás. Y colorín colorado, este cuento que no lo es tanto se ha acabado.

Pedro Horrillo es corredor del Quick Step.