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Columna
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Prósperos

Desde que leí en el periódico que la Comunidad de Madrid forma parte del eje de la prosperidad nacional contemplo su paisaje y miro a su paisanaje con otros ojos. El autodenominado "eje de la prosperidad" parte de Madrid, pasa por la Comunidad Valenciana y finaliza en Baleares. Las tres prósperas comunidades generan el 29,3% del producto interior bruto con sólo el 7% de la superficie y el 26% de la población, y esto debe ser timbre de orgullo para la ciudadanía madrileña, como nos ha recordado la presidenta Aguirre antes de irse a celebrarlo a Palma de Mallorca con los otros dos presidentes agraciados, Francisco Camps y Jaume Matas, correligionarios suyos en las filas del PP.

No es casualidad que las tres comunidades punteras sean gobernadas por los populares, ése es el mensaje que deben querer transmitirnos los celebrantes, porque, por ejemplo, cuando la comunidad balear estaba gobernada por los socialistas, el "eje de la prosperidad" no rodaba todavía, obstaculizado entre otras cosas por la ocurrencia aquella de cobrar una ecotasa al turismo para proteger el medio ambiente de las islas, puestos a elegir entre el patrimonio natural y el patrimonio inmobiliario y turístico muchos prósperos votantes se decantaron por la segunda opción, como aquellos intelectuales de Hollywood de los que hablaba Orson Welles, que durante la "caza de brujas" tuvieron que optar entre sus ideales y sus piscinas y prefirieron las piscinas. Espero con interés las conclusiones del munífico tripartito para saber si madrileños, valencianos y baleares son prósperos porque votan al PP, o si votan al PP porque son prósperos y no quieren perder su prosperidad bajo un Gobierno de izquierdas que pudiera quitarles unas briznas de su riqueza para repartirlas con otras comunidades desfavorecidas, en nombre de la solidaridad, la igualdad o de zarandajas semejantes. No deja de tener cierta lógica que los ciudadanos de las comunidades desfavorecidas voten precisamente a la izquierda para obtener más favores y suprimir o bien acortar las desigualdades interautonómicas.

En Palma de Mallorca, Aguirre, Camps y Matas han firmado dos protocolos de colaboración con el deseo de reforzar la prosperidad de su eje "con unas intensas relaciones económicas y comerciales generadoras de bienestar y riqueza", bienestar y riqueza que los tres mandatarios, "en sintonía total", atribuyen a la gestión del Gobierno de Aznar. En sintonía también, y en contrapartida, los presidentes de las comunidades "pobres", olvidemos la corrección política, podrían subrayar que sus achaques económicos también son atribuibles a la gestión del mismo Gobierno. En un presunto "eje de la pobreza" aparecería seguramente alguna comunidad gobernada por los populares, como Castilla y León, vivero de votos y granero de líderes como el ex presidente, otro entusiasta de los Ejes, el explícito del Mal, enunciado por Bush, y el implícito del "bien", Madrid, Londres, Washington, encabezado por el "trío de las Azores" y descabezado por Rodríguez Zapatero, que según Javier Arenas, al que la travesía del desierto le ha nublado la vista, debería dimitir por el asunto del Tireless, como no hizo su jefe, que tuvo al maldito submarino nuclear -y además estropeado- en Gibraltar.

Contemplo el paisaje comunitario y percibo los signos de la prosperidad, sus magníficas autopistas siempre a tope, los grandes centros comerciales y los parques temáticos comerciales y los polígonos comerciales y las urbanizaciones residenciales en incesante lucha contra la naturaleza salvaje a la que cada día arrebatan bosques y dehesas en nombre de la prosperidad. Miro al paisanaje y percibo un nuevo brillo de prosperidad y orgullo incluso en los mendigos, elevados a la categoría de prósperos mendigos; y en los prósperos inmigrantes sin papeles; y en los sin techo; y en los que viven hacinados en barrios miserables y amenazados por una de las delincuencias más prósperas de España; porque la prosperidad tiene eso que genera migraciones en masa de los desheredados y desahuciados y, por otra parte, atrae a los delincuentes tentados por el próspero botín. Tal es el progreso de nuestra rica comunidad que la inseguridad ciudadana afecta incluso a las zonas rurales, contribuyendo así a la prosperidad de las empresas del sector y de las policías privadas.

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