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Columna
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Música

Quince días atrás, al escribir sobre un magnífico concierto en el Teatro de La Maestranza, terminé opinando sobre la importancia de iniciar a los niños en la música; idea en la que me reafirmo tras haber asistido a un encuentro titulado La música educadora de la humanidad que ha tenido lugar en Ronda, dentro de los cursos de verano organizados por la Universidad de Málaga, en el que participaron compositores, intérpretes, lingüistas, musicólogos, educadores y filósofos.

Se consideró la educación musical desde muchos puntos de vista; se habló de la relación entre palabra y canto; se apoyó la hipótesis de que la palabra en su origen fuera canto con la lectura en griego de un poema de Safo. Se oyeron frases tan bonitas como que cuando la emoción es más fuerte que la palabra se necesita cantar; hubo teorías prácticas, entre ellas que la música fertiliza la atención, la memoria, la psicomotricidad, el orden, el equilibrio y las matemáticas y la lengua, los dos pilares de la educación general. Y no faltaron las críticas a una presencia sonora contaminante que no se refería a ruidos de tráfico o máquinas taladradoras, sino a los sonidos que, como si tuviéramos horror al silencio, nos rodean y erróneamente llamamos música; como ocurre, por ejemplo, con los teléfonos. De todos modos, no todos los ruidos son contaminantes: precisamente hoy, oyendo los cascos de los caballos que llevan a los turistas al Parque de María Luisa, he comprendido que el sonido del trote es perfectamente rítmico.

Un recuerdo tuve para el cante flamenco, en el que tan estrechamente se relacionan la poesía y la música, incluso en el cante popular de las sevillanas. Y una novedad, al menos para mí, fue escuchar a una cantante y profesora de música que, tras aconsejar los coros en la enseñanza infantil, afirmó que no existe lo que siempre hemos llamado mal oído, pues todos los niños pueden cantar, afinar el sonido de una nota y formar parte de un coro, aunque algunos necesiten más apoyo que otros. La dificultad estaría en la formación del profesorado.

Los participantes quedaron de acuerdo en firmar un manifiesto que partiría de considerar la música como universal antropológico, presente en todas las culturas como elemento fundamental de la vida y la educación.

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