_
_
_
_
ANÁLISIS | NACIONAL
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El desembarco de Aznar

LA APERTURA, el pasado lunes, de los cursos de verano de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) brindó al presidente de la institución del PP una nueva oportunidad para arrojar insidias en torno a la legitimidad de la victoria socialista el 14-M: el PSOE, que "llegó al Gobierno como consecuencia del 11-M (ellos lo saben y los demás también)", llevará "un baldón colgado del cuello toda su vida" por ser el supuesto responsable de la "profundamente antidemocrática jornada de reflexión del 13-M". Aznar aprovechó el viaje para desautorizar tanto el compromiso de Rajoy de respaldar afirmativamente el Tratado de la Constitución Europea en el anunciado referéndum como la apertura formal de negociaciones con el Gobierno de Zapatero sobre las eventuales reformas de la Constitución, el Senado y los Estatutos de Autonomía. De un lado, el todavía presidente del PP criticó acerbamente el texto aprobado de forma unánime en junio por la cumbre de la UE y exhortó con tonillo reticente a los españoles "a reflexionar antes de tomar una decisión" en las urnas; de otro, sentenció que la puesta en marcha de las reformas "sería el mayor error imaginable".

Aznar aprovecha los cursos de la FAES para irrumpir en el debate político y enmendar la plana a Rajoy sobre la Constitución Europea y las negociaciones en torno a la reforma constitucional

El inmovilismo contrarreformista de Aznar cuadra mal con los antecedentes históricos del PP: sólo la mitad del grupo parlamentario popular votó a favor de la Constitución de 1978, y Manuel Fraga enarboló la bandera de la reforma tras su promulgación. Aznar también es un converso tardío -aunque furioso- al dogma de la intangibilidad virginal de la ley de leyes: en febrero de 1979 -cuando era ya secretario general de los populares en La Rioja- justificó retrospectivamente la "abstención beligerante" en el referéndum constitucional celebrado dos meses antes. El cambio de criterio de Aznar afecta también al diseño del Estado de las Autonomías ("una charlotada intolerable", escribió en 1979) y a la reforma del artículo 69 de la Constitución y del Senado (defendida con entusiasmo en España. La segunda transición, obra publicada en 1994).

Aznar afirma que su bajada al ruedo no es un regreso a la pugna política, sino un episodio de la "batalla de ideas". El pasado 30 de junio, el belicoso ex presidente lamentó, en otro acto público, que España "no estuviese en el sudor y las lágrimas" de la foto del desembarco aliado de Normandía en 1944 para enfrentarse con el ejército nazi, subliminalmente asociada a la la instantánea del trío de las Azores de 2003 y a la guerra de Irak: "Por desgracia, los españoles padecíamos entonces un régimen sin libertad que nos aislaba del mundo exterior". Los virajes historiográficos del presidente de la FAES son también notables. Cuatro años después de la muerte del dictador, Aznar criticaba airadamente al consistorio de Coslada por rebautizar con el nombre de la Constitución las calles de Franco y José Antonio y al Ayuntamiento de Valencia por rotular la plaza del Caudillo como plaza del Pais Valenciá ("Vientos que destruyen", La Nueva Rioja, 9 de mayo de 1979): en ese mismo artículo denunciaba que el municipio de Gernika hubiese retirado la medalla de la villa al anterior jefe del Estado -"aunque moleste a muchos, gobernó durante 40 años y se llamaba Francisco Franco"- y exigido responsabilidades "al Gobierno alemán" por la matanza perpetrada por la Legión Cóndor -al servicio de Franco- en el bombardeo del 28 de abril de 1937".

Pero no hace falta remontarse hasta 1979 para descubrir las huellas de esa asombrosa metamorfosis. En Ocho años de gobierno (Planeta, 2004, página 89), Aznar se ríe de la izquierda por "volver una y otra vez la mirada al pasado" y "estar siempre diciendo que la República salió mal pero debió salir bien y que debió abrirse un proceso de reconciliación" tras la Guerra Civil. El imaginario resistente antifascista que añora el 2004 la foto de Normandía en 1944 filosofa al respecto: "Como si los italianos dijesen que debían haber apoyado a los aliados antes de 1943"; esto es, antes del desembarco en Sicilia el 10 de julio de ese año y el derrocamiento de Mussolini 15 días después. Sólo queda por debatir ahora si el motor de las contradicciones de Aznar es un oportunismo rampante o un cinismo desvergonzado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_