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Reportaje:TEATRO

Código genético de Segismundo

Javier Vallejo

A fuerza de tiempo, el teatro del Siglo de Oro español acabará poniéndose en escena universalmente, como se pone a Shakespeare y a Molière. La fructífera labor investigadora emprendida hace décadas por decenas de hispanistas extranjeros no se ha visto acompañada por un esfuerzo parecido en el ámbito escénico, salvo quizá en Alemania, donde existe una tradición que data de la época en que Goethe y E. T. A. Hoffman conmocionaron Weimar y Bamberg con sus montajes de obras de Calderón. Este año, sin embargo, se multiplican noticias como la entrada de El gran teatro del mundo y El pleito matrimonial en el repertorio de la Comédie, el éxito de la puesta en escena francesa que el joven Guillaume Delaveau hizo de La vie est un songe, el estreno de la cuatrilogía The Spanish Golden Age, por la Royal Shakespeare Company (que veremos en otoño en el Teatro Español), y ahora, en un nivel de producción más modesto, experimental, y en muchos sentidos más arriesgado, la relectura de tres obras de Calderón emprendida por la compañía Lenz Rifrazioni. Maria Federica Maestri y Francesco Pititto, sus directores, han llevado al escenario una versión formalmente libre de La vida es sueño (La vita è sogno), que se representa el 13 y el 14 de julio en el Festival de Teatro Clásico de Almagro, y ya están preparando el estreno de El mágico prodigioso, en octubre, en el festival Natura dèi Teatri, en Parma. Cierra el ciclo, en 2005, El príncipe constante, drama con el que Grotowski tejió en los años sesenta su espectáculo más perturbador.

Perdida la tradición, la puesta

en escena de cualquier obra del Siglo de Oro se ha convertido en una operación delicada. A veces el director opta por la cirugía plástica, por reconstruir el rostro ideal del espectáculo barroco a la luz de las investigaciones actuales sobre cómo eran entonces el teatro y la puesta en escena. Más a menudo, se procede al trasplante de órganos, esto es, a meter, contra natura, un corazón barroco en la caja torácica del teatro a la italiana. La tercera vía, la del teatro laboratorio, propone intervenir sobre el código genético de la obra para encontrar una libertad nueva en el modo de subirla a escena. Este camino, abierto, entre otros, por Grotowski, es el que recorre la compañía parmesana Lenz Rifrazioni, que desde 1985 ha montado obras de Jacob Michael Reinhold Lenz (de cuyo apellido tomó el nombre), Rilke, Kleist, Hölderlin, Goethe y Shakespeare. La vocación experimental de Lenz atraviesa su labor de cabo a rabo. Antes de comenzar los ensayos de La vita è sogno, los actores trabajaron la obra durante dos años con grupos de discapacitados intelectuales, de estudiantes sordomudos y de ex pacientes de la unidad de crónicos de un hospital psiquiátrico. "La experiencia con este último grupo ha sido preciosa", explica Maria Federica Maestri. "En boca de personas en las que la línea fronteriza entre sueño y vigilia, entre certeza y delirio, está absolutamente difuminada, el texto de Calderón adquiere su sentido más profundo. Ellos nos proporcionaron una paleta amplia de imágenes y de emociones que luego intentamos recuperar en nuestra puesta en escena".

La traducción de Francesco Pititto, en verso, recorta notablemente el original: su puesta en escena dura dos horas, con descanso. Pititto, director de cine antes de pasarse al teatro, ha elaborado una dramaturgia de imágenes filmadas que se proyectan sobre cuanto sucede en vivo. "Hemos reducido la estructura narrativa a su mínima expresión", dice Maestri. "La realidad escénica es en blanco y negro, fría y metálica. La fílmica en color. El cuerpo desnudo de Segismundo encadenado (Alessandro Sciarroni) se superpone con la imagen sufriente, proyectada a gran tamaño, del Cristo de Messina". La vita è sogno debería representarse con el público en gradas y el escenario a ras de suelo. En Almagro, a falta de un espacio así, se hará a la italiana. El reparto incluye a Sandra Soncini (Rosaura), Giuseppe Barigazzi (Basilio) y Barbara Voghera (Clarín). En Lenz hay varios intérpretes con síndrome de Down. La vida en el teatro ¿puede no ser más que un sueño para ellos? "Puede, pero también para mí se puede acabar mañana. Sin embargo, es una experiencia que nos ha cambiado. Y una vez que cambias no vuelves atrás".

La vita è sogno. 13 y 14 de julio. Teatro Municipal de Almagro.

Una escena de 'La vita è sogno', a cargo de la compañía Lenz Rifrazioni.
Una escena de 'La vita è sogno', a cargo de la compañía Lenz Rifrazioni.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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