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Phelps viaja al futuro

El aspirante a suceder a Mark Spitz bate su récord mundial de 400 estilos

Santiago Segurola

Podía ganar sin demasiado esfuerzo. Podía ahorrar energía. La necesitará para otras pruebas, frente a rivales que le acosarán como pistoleros. Por una esquina le saldrá Aaron Peirsol, el mejor espaldista del mundo; por otra aparecerá el gran Ian Crocker, campeón del mundo de 100 metros mariposa. Y tendrá que cuidarse en los 200 metros libre de Klete Keller, que atraviesa un momento apoteósico. Le vendrán días difíciles, sin duda, pero Michael Phelps se enfrenta a la competición sin reservas, con el apetito voraz de Mark Spitz, de Eddy Merckx, de Sergei Bubka, de todos aquellos que no dejaban migajas a sus adversarios. En el primer acto de las pruebas de selección olímpicas, Phelps tenía asegurada la victoria en los 400 metros estilos. ¿La victoria? Eso es insuficiente para él. Quería el récord del mundo y enviar un mensaje diáfano de su autoridad. Lo batió (4m,08.18 segundos), sacó seis metros a Erik Vendt -segundo clasificado- y dejó una sensación absoluta de control, de serenidad, como si tuviera por delante un margen inexplorado de progresión.

En las pruebas de selección olímpicas le esperan 15 carreras en seis días, pero es voraz

No había duda de su victoria porque Phelps no ha encontrado rivales en los 400 metros estilos. Sólo se enfrenta a la lejana amenaza del húngaro Laszlo Cseh, el sucesor del inolvidable Tamas Darny. En Estados Unidos nadie se le aproxima. Se esperaba, por tanto, una buena marca de Phelps, pero sin más. Le esperan 15 carreras en seis días, un gasto colosal de energía que cualquier otro nadador pretendería controlar. Pero Phelps se giró después de los 100 primeros metros. Había comenzado la prueba por la mariposa, su estilo favorito, y tenía que seguir con la especialidad de espalda. Arriba tenía el cielo y un reloj. Dirigió la mirada hacía el cronómetro: su parcial aventajaba en 60 centésimas al récord mundial. Ya no se detuvo. Si Phelps olfatea un récord del mundo, es casi imposible pararle.

"Ni tan siquiera me necesitó como acicate. Me sacaba tanta distancia que yo no le servía para nada", dijo Eric Vendt, un excelente nadador que terminará convertido en una especie de Poulidor de las piscinas. Primero le tocó la época de Tom Dolan; ahora es definitivamente un segundón. La marca de Phelps es de un calibre sideral. Sólo él ha bajado de 4m, 11 segundos. Es decir, ha puesto un colchón de tres segundos sobre sus presuntos rivales en los Juegos: Cseh y el italiano Boggiato. Los demás no cuentan. Tres segundos en el mundillo de la natación suponen un margen abrumador. Donde la gente se pelea por sacar alguna centésima de ventaja, Phelps se impone con diferencias impensables. Este hombre ha viajado al futuro.

Por rotunda que fuera la victoria, pareció que Phelps no se había desgastado. Bob Bowman, el entrenador que dirige sus pasos desde chiquillo, lo confesaba después de la prueba. "No se ha exprimido", dijo. Sin embargo, Phelps declaró que la sensación resultaba engañosa: "Puede que parezca que he ganado sin esfuerzo, pero me siento agotado". Si eso es cierto, sus próximos rivales afilarán los colmillos. Crocker le espera en 100 metros mariposa sin apenas desgaste. Y Peirsol dedicará toda su energía a las pruebas de espalda. No sólo son los grandes rivales de Phelps. Son los mejores del mundo. Cualquier concesión frente a ellos supone una extravagancia.

Quizá porque es muy joven -hace una semana cumplió 19 años- y también porque su naturaleza de competidor tiene el perfil del caníbal, Phelps no muestra ningún interés por administrar los esfuerzos. Algunos analistas querían verle bajo la inmensa presión que sufre en estos días. No sólo tiene que conquistar un puesto en seis pruebas, sino que debe conseguirlo ante nadadores formidables. Y eso no es nada. La presión viene por otro desafío superior: la conquista de siete medallas de oro en los Juegos de Atenas, y quizá alguna más. La primera señal no admite dudas. Phelps arranca su fascinante aventura sin complejos. La presión la pone sobre los otros. Él no se detiene. Primera carrera, primer récord del mundo.

Phelps celebra su récord del mundo.
Phelps celebra su récord del mundo.REUTERS

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